El Papa ha reflexionado durante la audiencia general sobre la oración en la Sagrada Familia y en las familias cristianas
Aquella casa es una escuela de oración, donde se aprende a escuchar y a descubrir el significado profundo de la manifestación del Hijo de Dios, a ejemplo de Jesús, José y María
La oración en la Sagrada Familia de Nazaret fue el tema de la catequesis de la audiencia general de los miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI y en la que participaron 7.000 personas.
«La casa de Nazaret, dijo el Papa, es una escuela de oración en que se aprende a escuchar, a meditar, a penetrar en el significado profundo de la manifestación del Hijo de Dios, a través del ejemplo de María, José y Jesús».
«La contemplación de Cristo alcanza su modelo insuperable en María» que «vive con los ojos puestos en Cristo y atesora cada palabra suya (...) El evangelista Lucas nos hace conocer el corazón de María, su fe, su esperanza y obediencia, su interioridad y su oración, así como su libre adhesión a Cristo. Y todo ello procede del Espíritu Santo que descenderá sobre ella como sobre los apóstoles según la promesa de Cristo. Esta imagen de María la presenta como el modelo de los creyentes que conserva y confronta las palabras y las acciones de Jesús, una confrontación que es siempre un progresar en el conocimiento de Cristo».
La capacidad de María para vivir de la mirada de Dios es "contagiosa". Y el primero que lo experimenta es José. «Efectivamente con María —explicó el Santo Padre— y sobre todo después, con Jesús, comienza una forma nueva de relacionarse con Dios, de acogerlo en su vida, de entrar en su proyecto de salvación, cumpliendo su voluntad».
Benedicto XVI recordó que aunque el Evangelio no haya conservado ninguna palabra de José, su presencia es «silenciosa pero fiel, constante, activa» y que José «cumplió plenamente su papel paterno en todos los aspectos». Entre ellos el Papa habló de cómo José habría educado a Jesús a la oración llevándolo consigo a la sinagoga los sábados y dirigiendo la oración doméstica por las mañanas y al atardecer. «Así, en el ritmo de las jornadas transcurridas en Nazaret, entre la casa y el taller de José, Jesús aprendió a alternar oración y trabajo y a ofrecer también a Dios la fatiga para ganar el pan que necesitaba la familia».
Después, Benedicto XVI citando la peregrinación de María, José y Jesús al templo de Jerusalén, narrada en el evangelio de San Lucas afirmó que «la familia judía, como la cristiana, reza en la intimidad doméstica, pero también reza junto con la comunidad, reconociéndose parte del Pueblo de Dios en camino».
Las primeras palabras de Jesús: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?» pronunciadas cuando María y José lo encuentran enseñando a los doctores en el Templo, son la llave de acceso a la oración cristiana, «A partir de aquel momento en la vida de la Sagrada Familia se intensificó aún más la oración porque, a través de Jesús (...) no cesará de difundirse y reflejarse en María y José el sentido profundo de la relación con Dios Padre. La familia de Nazaret es el primer modelo de la Iglesia en que, en torno a la presencia de Jesús y gracias a su mediación, todos viven en relación filial con Dios que transforma también las relaciones interpersonales».
«La Sagrada Familia —concluyó— es un icono de la Iglesia doméstica, llamada a rezar unida. La familia es la primera escuela de oración. En ella los niños, desde pequeños, aprenden a percibir el sentido de Dios, gracias a las enseñanzas y al ejemplo de los padres (...) Una educación auténticamente cristiana no puede prescindir de la experiencia de la oración. Si no se aprende a rezar en la familia, será difícil después colmar este vacío. Por eso invito a todos a redescubrir la belleza de rezar juntos como familia siguiendo la escuela de la Sagrada Familia de Nazaret».