Dirección: Daniele Luchetti
Intérpretes: Elio Germano, Riccardo Scamarcio, Angela Finocchiaro, Luca Zingaretti, Anna Bonaiuto, Massimo Popolizio, Diane Fleri, Alba Rohrwacher.
Guión: Daniele Luchetti, Sandro Petraglia, Stefano Rulli
Música: Franco Piersanti
Fotografía: Claudio Collepiccolo
Distribuye en Cine: Vértigo
Duración: 108 min.
Género: Costumbrista, Drama
Crónicas italianas
1962. Accio Benassi es el pequeño de una familia obrera que malvive con insuficientes medios materiales en un pueblucho de Latina, en Italia. Tras fracasar en su paso fugaz por el seminario, y en su intento de estudiar una carrera de letras tras la negativa familiar, Accio regresa a su paupérrima casa para ser perito técnico.
Su rebeldía propia de la adolescencia se desata aún más debido a las tendencias políticas de su hermano mayor Manrico, que se está erigiendo poco a poco en líder comunista del lugar. Así, Accio empieza a tontear con el fascismo, influido por un vecino que le trata como a un hijo. Los años pasan y las cosas siguen igual.
Un día llega a casa Francesca, la guapa novia de Manrico, que enseguida congenia con Accio.
Film costumbrista que recrea con mucha pericia la atmósfera de la Italia rural de los años 60 y 70. Los guionistas Sandro Petraglia y Stefano Rulli repiten de este modo la receta que ya ofrecieron en La mejor juventud, y de hecho esa clara referencia es también el mayor lastre de Mi hermano es hijo único.
Porque lo cierto es que esta película es una repetición incompleta de los mismos elementos, sólo que con un poco menos de sorpresa, emoción, grandeza y definición de caracteres. Ahí están los dos hermanos muy distintos, casi opuestos, pero que en el fondo desean y luchan por lo mismo; ahí está la fuerza inquebrantable de la familia, cuyo amor de los padres es su mayor seguro.
Ahí está la lectura política de unos años convulsos de la historia europea, en donde las ideologías parecían la mágica solución a todos los problemas; ahí están las primeras experiencias amorosas, las dudas y las tristezas; ahí está el tono lírico y aventurero a la hora de narrar los hechos históricos, teñidos de nostalgia; ahí están los sufrimientos, las muertes, los hijos
El director Daniele Luchetti logra en conjunto una película estimable, rodada con sobriedad y puesta en escena realista, pero inevitablemente mucho menos sabrosa que el extraordinario film de Marco Tullio Giordana.
Las interpretaciones están a un pelo del histrionismo y no contribuyen a dar credibilidad a una caricaturesca farsa que ofrece un retrato improbable de la sociedad italiana de los años sesenta y setenta, donde no faltan varias situaciones chuscas que hacen tiro al plato con la religiosidad católica.
Parece mentira que después de tanto cine algunos sigan sin enterarse de que se puede matizar y distinguir, cosa nada difícil. Basta con proponérselo. La reiteración de contenidos inconvenientes la hacen desaconsejable. Imágenes a suprimir: 3,52 a 4; 4,09 a 4,11; 31,10 a 32,40; 41,20 a 41,45; 50,34 a 52,19. (decine21 / Aceprensa / Almudí FC-JPF)