Ponerse en camino para buscar a Dios

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta

La lectura del Libro del Génesis (1,20–2,4a), que habla de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios, nos ayuda a pensar cuál es el camino correcto y cuáles los equivocados que se abren ante un cristiano que quiera conocer su origen.

La imagen de Dios no se encuentra en un ordenador ni en las enciclopedias. Para encontrarla, y poder entender mi identidad, solo se puede hacer de un modo: poniéndose en camino. De lo contrario, nunca podremos conocer el rostro de Dios. El que no se pone en camino, no conocerá la imagen de Dios, nunca hallará el rostro de Dios. Los cristianos sentados —los cristianos tranquilos— no conocerán el rostro de Dios: no lo conocen, de hecho. Dicen: Dios es así y así…, pero no lo conocen. ¡Tranquilones! Para caminar es necesaria la inquietud que el mismo Dios puso en nuestro corazón y que nos empuja a buscarlo.

Ciertamente, ponerse en camino es dejar que Dios —o la vida— nos ponga a prueba, ponerse en camino es arriesgarse. Así lo hicieron, desafiando peligros y sintiéndose abatir por la fatiga y la desconfianza, incluso gigantes como los profetas Elías o Jeremías o Job. Pero hay otro modo de estar quieto y falsear la búsqueda de Dios, como enseña el Evangelio de hoy, en el que escribas y fariseos reprochan a Jesús que sus discípulos coman sin hacer las abluciones rituales. En este Evangelio (Mc 7,1-13), Jesús encuentra a gente que tiene miedo de ponerse en camino y que se adapta a una caricatura de Dios. Es un falso carnet de identidad. Esos no-inquietos han hecho callar la inquietud de su corazón y dibujan a Dios con sus mandamientos, pero se olvidan de Dios: Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres, y se alejan de Dios, no caminan hacia Dios y, cuando tienen una inseguridad, se inventan otro mandamiento. Quien se comporta así, recorre un camino entre comillas, un camino que no camina, un camino quieto.

Toda la liturgia nos hace reflexionar en esos dos textos: dos carnets de identidad. El que todos tenemos, porque el Señor nos ha hecho así, y que nos dice: Ponte en camino y conocerás tu identidad, porque eres imagen de Dios, estás hecho a semejanza de Dios. Ponte en camino y busca a Dios. Y el otro: No, quédate tranquilo: cumple todos los mandamientos y eso es Dios. Ese es el rostro de Dios.

Que el Señor nos dé a todos la gracia del valor para ponernos siempre en camino, para buscar el rostro del Señor, ese rostro que un día veremos pero que, aquí en la tierra, tenemos que buscar.