Almudi.org. Cómo vivir la cuaresma en un mundo secularizado<br />CIUDAD DEL VATICANO, 28 feb 2001.- «Un amor más<br />grande y universal» a Dios y a nuestros hermanos. Este es el objetivo de la<br />Cuaresma que comenzó en este Miércoles de Ceniza, según explicó esta mañana<br />Juan Pablo II.<br />Cuarenta días «para vivir un despertar a la fe auténtica,<br />para una recuperar la relación con Dios y para vivir un compromiso evangélico<br />más generoso», aclaró el obispo de Roma a los cinco mil fi... 
CIUDAD DEL VATICANO, 28 feb 2001.- «Un amor más         grande y universal» a Dios y a nuestros hermanos. Este es el objetivo de la         Cuaresma que comenzó en este Miércoles de Ceniza, según explicó esta mañana         Juan Pablo II. 
Cuarenta días «para vivir un despertar a la fe auténtica,         para una recuperar la relación con Dios y para vivir un compromiso evangélico         más generoso», aclaró el obispo de Roma a los cinco mil fieles que         participaron en la tradicional audiencia general del miércoles. 
Ofrecemos a continuación el discurso íntegro del         Papa. 
* * * 
1. «Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros         corazones...» 
Resuena en nuestro espíritu esta invitación de la         liturgia, al comenzar hoy, Miércoles de Ceniza, el camino cuaresmal. Nos llevará         al Triduo pascual, memoria viva de la pasión, de la muerte y de la resurrección         del Señor, corazón del misterio de nuestra salvación. 
El tiempo santo de Cuaresma, vivido desde siempre         intensamente por el pueblo cristiano, evoca antiguos acontecimientos bíblicos,         como los cuarenta días del diluvio universal, preludio del pacto de alianza         sancionado por Dios con Noé; los cuarenta años de peregrinación de Israel en         el desierto hacia la tierra prometida; los cuarenta días de permanencia de Moisés         en el Monte Sinaí, donde recibió del Señor las Tablas de la Ley. Pero el período         cuaresmal nos invita sobre todo a revivir con Jesús los cuarenta días que él         transcurrió en el desierto, rezando y ayunando, antes de emprender su misión pública,         que culminaría en el Calvario con el sacrificio de la cruz, victoria definitiva         sobre el pecado y la muerte. 
2. «Acuérdate de que eres polvo y en polvo te         convertirás». Es siempre sumamente elocuente el tradicional rito de las         cenizas que hoy se repite y son sugerentes las palabras que lo acompañan. En su         sencillez, evoca la caducidad de la vida terrena: todo pasa y todo está         destinado a morir. Nosotros somos viandantes en este mundo, viandantes que no         tienen que olvidar su auténtica y definitiva meta: el Cielo. De hecho, aunque         somos polvo y estamos destinados a convertirnos en polvo, no todo termina. El         hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es para la vida eterna. Al morir en         la cruz, Jesús ha abierto el acceso a ella a todo ser humano. 
Toda la liturgia del Miércoles de Ceniza nos ayuda a         concentrarnos en esta verdad fundamental de fe y nos estimula a emprender un         decidido itinerario de renovación personal. Tenemos que cambiar la manera de         pensar y de actuar, fijando la mirada en el rostro de Cristo crucificado y         haciendo de su Evangelio nuestra regla de vida diaria. «Convertíos y creed en         el Evangelio»: que éste sea nuestro programa cuaresmal, entrando en un clima         de orante escucha del Espíritu. 
3. «Velad y orad, para que no caigáis en tentación;         pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil» (Mateo 26, 41). Dejémonos         guiar por estas palabras del Señor, en un esfuerzo decidido de conversión y de         renovación espiritual. En la vida de todos los días se corre el riesgo de ser         absorbidos por las ocupaciones y los intereses materiales. La Cuaresma es una         ocasión favorable para vivir un despertar a la fe auténtica, para una         recuperar la relación con Dios y para vivir un compromiso evangélico más         generoso. Los medios a nuestra disposición son los de siempre, pero tenemos que         recurrir a ellos de manera más intensa en estas semanas: la oración, el ayuno,         la penitencia, así como la limosna, es decir, la capacidad para compartir lo         que tenemos con los necesitados. Es un camino ascético personal y comunitario         que, en ocasiones, resulta particularmente arduo a causa del ambiente         secularizado que nos rodea. Pero precisamente por este motivo el esfuerzo         apoyarse en una mayor fuerza de voluntad. 
«Vigilad y orad». Si este mandamiento de Cristo         vale en todo momento, se presenta más elocuente e incisivo al inicio de         Cuaresma. Acojámoslo con docilidad humilde. Dispongámonos a traducirlo con         gestos prácticos de conversión y reconciliación con los hermanos. Sólo de         este modo la fe se refuerza, la esperanza se consolida y el amor se convierte en         estilo de vida que caracteriza al creyente. 
4. Un itinerario ascético de este talante tendrá         que llevar necesariamente a una mayor apertura a las necesidades del prójimo.         Quien ama al Señor no puede cerrar los ojos ante las personas y pueblos que         experimentan el sufrimiento y la miseria. Después de haber contemplado el         rostro del Señor crucificado, ¿cómo es posible no reconocerlo y servirlo en         quien sufre el dolor y el abandonado? El mismo Jesús que nos invita a         permanecer con él, velando y rezando, nos pide también que le amemos en         nuestros hermanos, recordándonos que «cuanto hicisteis a unos de estos         hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mateo 25, 40). El fruto         de una Cuaresma vivida intensamente será, por tanto, un amor más grande y         universal. Que María, ejemplo de escucha dócil de la voz del Espíritu, nos guíe         en el largo camino penitencial que hoy emprendemos. Que nos ayude a aprovechar         todas las oportunidades que la Iglesia nos ofrece para podernos preparar         dignamente a la celebración del Misterio pascual. 
ZS01022804