Madrid, 22 de noviembre de 2002
La Instrucción Pastoral consta de cinco capítulos en los que se enjuicia moralmente el terrorismo en los siguientes términos:
- El terrorismo es una realidad intrínsecamente perversa, nunca justificable, que debe ser calificada como una "estructura de pecado".
- Este juicio moral debe aplicarse tanto a la organización terrorista ETA como a sus colaboradores.
1.- La ideología marxista revolucionaria
2.- El nacionalismo totalitario
3.- La voluntad impositiva de independencia
- Respecto al tema del nacionalismo, hay que decir que el documento no enjuicia moralmente el nacionalismo en general -opción política que puede ser perfectamente legítima y moral, cuando se armoniza con las exigencias del bien común-, sino el nacionalismo de ETA, que es totalitario e idolátrico y, en consecuencia, gravemente inmoral.
- Respecto a la voluntad impositiva de independencia, los obispos hemos recordado, a partir de la Doctrina Social de la Iglesia, que no cualquier pretensión de independencia es moral. Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, no es ni prudente ni moralmente aceptable. La Constitución española de 1978 es hoy el marco ineludible de convivencia. Por eso, pretender unilateralmente alterar este ordenamiento en función de una determinada voluntad de poder es inadmisible.
- Concluimos la Instrucción con una firme invitación a recuperar la esperanza:
Ante el terrorismo de ETA, la Iglesia proclama de nuevo la necesidad de la conversión de los corazones como el único camino para la verdadera paz.
Los obispos pedimos a todos los católicos que, encontrando su fuerza en la Eucaristía, hagan de sus comunidades centros de comunión de las personas, donde se condene sin equívocos el terrorismo y se comparta la fe que construye la fraternidad entre los hombres y los pueblos.
Analizada la maldad intrínseca del terrorismo de ETA y de su entorno y señalada la misión evangelizadora específica de la Iglesia, los obispos insistimos en la necesidad ineludible de acompañar y atender, de modo especial, a las víctimas del terrorismo, haciendo propia además la preocupación de los que viven en un estado constante de amenaza o de presión.
La Iglesia, en sus pastores, invita además a ofrecer y recibir el perdón, consciente de que no hay paz sin justicia, ni justicia sin perdón. Sabiendo que el perdón es don de Dios, pedimos a todos los creyentes que intensifiquen la oración.
Palabras de Mons. D. Eugenio Romero Pose
Ver documento completo: http://www.almudi.org/app/asp/articulos/articulos.asp?n=233
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