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La actriz María Isbert: el Papa es un santo

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Almudi.org. El Papa es un santo La actriz María Isbert: el Papa es un santo «Mis padres me educaron en la fe, para siempre»    La actriz María Isbert, a sus 86 años, no ha perdido nada de la vitalidad que la ha caracterizado a lo largo de su vida. Será porque ha dedicado todas sus energías a sus dos grandes pasiones: la familia y el teatro. Testigo privilegiado de los avatares del siglo pasado, hoy hace balance, para Alfa y Omega, de la evolución de ... Almudi.org. El Papa es un santo

La actriz María Isbert: el Papa es un santo

«Mis padres me educaron en la fe, para siempre»

   La actriz María Isbert, a sus 86 años, no ha perdido nada de la vitalidad que la ha caracterizado a lo largo de su vida. Será porque ha dedicado todas sus energías a sus dos grandes pasiones: la familia y el teatro. Testigo privilegiado de los avatares del siglo pasado, hoy hace balance, para Alfa y Omega, de la evolución de la sociedad española

Juan Luis Vázquez

Usted ha tenido siete hijos y doce nietos. ¿Qué importancia le da a la familia? ¿Cómo ve esta institución hoy en día?

Para mí, eso de que las familias se programen, como se hace ahora, no lo acabo de ver; yo no lo hice nunca. Yo me puse en manos de Dios desde el primer momento, porque tenía muchas ganas de tener hijos, y me ha ido bien. Ha habido veces en que hemos estado mal de dinero, pero, aun así, hemos salido adelante. En cuanto al divorcio, yo creo que no es bueno. Primero, porque Dios dijo: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre», y eso es un mandato. Y luego, porque a los que se divorcian les va muy mal, y son los hijos los que lo pagan. Veo peor lo del divorcio que lo de programarse. El divorcio es muy malo, y está habiendo tantos casos ahora… Cuando una persona se divorcia, se queda mal; y a lo mejor se une a otra persona, pero al poco tiempo se vuelve a divorciar. Sólo vale para seguir probando, no para mejorar. Yo estoy muy contenta con cómo me ha ido a mí.

 

Tengo entendido que, al casarse, decidió dejar de trabajar para cuidar a sus hijos.

No fue así exactamente. Mi marido, cuyos padres estaban separados, tenía ganas de formar una familia católica y buena; entonces me dijo que, si no dejaba el teatro, no nos casábamos. Fue taxativo: «Si quieres que nos casemos, tienes que dejar el teatro». Como yo quería tener hijos –y como no se enamora una todos los días–, acepté. Mi madre me decía: «Antes de casarte, piensa si puedes pasar veinticuatro horas seguidas con ese hombre; si no, no te cases»; y nos fue muy bien.

 

¿Qué recuerdo tiene de su padre, el gran actor Pepe Isbert?

Todo lo que se diga de mi padre es poco. Él era profesor mercantil, empleado en el Tribunal de Cuentas; lo que pasa es que se fue metiendo en el mundo del teatro poco a poco. Como padre, tengo un gran recuerdo. Estaba muy pendiente de mí: no quería que yo estuviese en teatro; pero, una vez estuve dentro, él me enseñó, me ayudó y me protegió. Mi padre era un creyente fervoroso; él, junto con mi madre, me enseñó religión, porque en el Colegio Alemán, donde estudié, apenas dábamos nada. A mí me educaron mis padres –porque son los padres los que verdaderamente educan en la fe–, y eso se me ha quedado para siempre.

 

¿Cómo ha vivido la evolución de la sociedad española a lo largo de su vida?

Pienso que este rey nuestro, tan estupendo, ha hecho más fácil el paso a la democracia. De todos modos, yo no entiendo de política; a mí no me gusta mezclar la política con la religión. Yo soy cristiana y demócrata, pero lo que pase de ahí yo no lo entiendo. Ahora algunos piden la República; por mí, bien, pero siempre que sea democrática. Yo soy demócrata, desde niña.

 

¿Cómo ve la evolución de una sociedad tradicional, de mayoría católica, a esta sociedad más descreída en la que vivimos?

Yo no he notado un cambio tan brusco; a mí nadie me ha prohibido nada. Nadie se ha metido conmigo por ir todos los días a misa, como me pasó en la República, donde por poco queman un convento en el que yo daba clase a niñas que aprendían a leer y escribir… Antes, tampoco iba todo el mundo a misa. Toda la vida ha habido gente que va a misa y gente que no. Tampoco se puede obligar a los chicos, ni amenazarlos. Yo creo que es el Señor el que nos anima a volver a la Iglesia; ése no ha tenido que amenazarte: nos llama y nos dice Ven, y vamos.

Él nos ayuda. Hoy al volver de comulgar, me ha parecido que me decía: «Poco tiempo tienes ya». Y he pensado: «¿Eso se me ha ocurrido a mí?» El otro día, lo mismo: estaba escribiendo un poema y –estoy convencida– la última parte me la inspiró el Espíritu Santo.

 

Díganoslo…

Dice así: ¿Qué es Dios?/ Dios es alma que lo está sintiendo./ Dios es la mente que lo va buscando./ Dios… Dios es el corazón que está latiendo./ Dios es la fuerza del amor sufriendo –porque Dios tiene que sufrir mucho con nosotros–./ Dios es el que es,/ es el que está,/ y el que está siendo.

Al acabar de escribirlo me eché a llorar profundamente: «¡Pero si esto no lo he acabado yo, no lo he pensado yo!» ¿Por qué eso de el que está siendo? Porque está efectivamente, porque ha resucitado; no sólo ha muerto, sino que ha muerto y ha resucitado. Ahora está siendo. Me acuerdo ahora de una anécdota que le pasó a un sacerdote, cuando alguien le dijo: «¡Qué Dios ni qué Dios!; lo que hace falta es ser bueno». Y él le contestó: «Eso es como si usted dice: ¡Qué pies ni qué pies!; lo que hace falta es andar».

 

Ahora que el Papa ha venido a nuestro país, ¿qué impresión tiene de él?

Yo creo que es un santo. Desde que le dieron el tiro, está mal de salud, y eso le ha afectado mucho; yo no sé cómo resiste. Él es más joven que yo. Para mí es un santo; yo creo que es así como tienen que ser los santos. Lo mejor de todo no es que haya sobrevivido al atentado, sino que después fue a la cárcel a perdonar al que lo hirió. Además, sabe mucho de política, y sabe defenderse; lo que tiene que atacar lo ataca con diplomacia. Yo creo que muchos le admiran, gente de derechas y de izquierdas.

 

Él fue actor en su juventud... ¿Por qué ahora los actores, que tienen tanta sensibilidad y están más concienciados con temas como, por ejemplo, la guerra, no parece que tengan una sensibilidad hacia lo espiritual, hacia Dios?

Ahora y siempre, los actores han sido creyentes, casi todos. A lo mejor es que no les preguntan. A mí me preguntan porque saben que voy a misa todos los días. Yo he ido a misa con Aurora Redondo, Aurora Bautista, Carmen Prendes, Mari Begoña…Yo creo que son más creyentes de lo que cree la gente.

También hay que tener en cuenta que los actores y actrices suelen ser muy guapos, y gustan mucho a la gente, con lo cual tienen más tentaciones. Es un ambiente poco favorable, cada día más. Para mí ha sido más fácil; al ser poco favorecida, no he tenido muchos pretendientes. Gracias a Dios mis padres también me han protegido mucho, con lo que he tenido una vida limpia en ese sentido.

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