Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias antiguas
  • Crece una verdadera matanza

Noticias antiguas

Crece una verdadera matanza

  • Imprimir
  • PDF
Lo que está en juego es la salud moral de nuestra sociedad y su civilización

Gaceta de los Negocios

En 2007 se han practicado en España, según datos oficiales, 112.138 abortos voluntarios, un 10,38% más que en el año anterior. En nueve años, la cifra anual se ha duplicado. El dato sería aún mayor si se tuvieran en cuenta los abortos clandestinos. Se practican más abortos a menores de edad. El fraude masivo de ley se acoge al supuesto del riesgo para la salud física o pAlmudi.org - Ignacio Sánchez Cámarasíquica de la madre. En algunas clínicas se practican sin la existencia de informes previos. De hecho, se utiliza como método anticonceptivo que produce un negocio siniestro.

Es significativo que la sanidad pública se encuentre casi totalmente al margen. Estamos ante una atroz crisis moral de nuestra sociedad. Se trata de un crimen masivo, de una matanza, en cierto sentido, más terrible que las que producen las guerras, que constituye un testimonio contra toda una época y exhibe la decadencia moral de una civilización. Se trata de un peligro mucho mayor que el que representa el fundamentalismo islámico, ya que corroe por dentro nuestros cimientos morales.

Ante esta matanza creciente, el Gobierno propone dos vías de actuación. La primera, a través de la educación. Pero ¿qué educación? Más bien se trata de una educación para la promiscuidad. La verdad es que cada vez hay más “información”, más anticonceptivos y más preservativos. Y el aborto no deja de crecer. Es el efecto, no querido, de la mala educación. Pero el Gobierno no quiere ni oír hablar de valores como compromiso, fidelidad, responsabilidad y control racional de los instintos y pasiones. Al menos debería haber quedado ya claro que no se combate el aborto con preservativos.

La segunda vía de actuación es la reforma legal para establecer un sistema de plazos, sutil triquiñuela seudojurídica, que permite calificar algo como un derecho y a partir de un momento perfectamente arbitrario convertirlo mágicamente en delito. El efecto de una ley de plazos no puede ser sino el aumento de la estadística criminal. Por lo demás, a nadie se le ocurriría legalizar el hurto, la violación o la violencia doméstica porque aumenten los casos.

Muchos son los males del aborto. El mayor de todos es el asesinato de inocentes no nacidos. Luego viene lo demás: desde el sufrimiento de la mujer hasta el negocio criminal. Una sociedad no puede convivir con el crimen legal. Ni la promiscuidad informada ni la ley de plazos constituyen la solución. El Gobierno desprecia lo que verdaderamente importa: primero, defender la vida humana en todas sus fases; después, promover una educación sexual correcta. Y, algo muy importante, arbitrar medios de ayuda a las mujeres que viven un embarazo no deseado, pues al crimen se le añade el absurdo de asesinar embriones a la vez que cientos de miles de parejas desean adoptar niños. No es la ley lo que debe ser cambiado, sino el fraude masivo. No se puede invocar la seguridad jurídica para justificar el fraude de ley.

El consentimiento social del aborto voluntario es la más abominable expresión de la crisis moral de nuestra sociedad, mucho más profunda y grave que la económica, que acaso no sea, sino consecuencia de aquélla. No es un error moral sino un horror inmoral. Crece la matanza y aumenta la vergüenza. El hedor es tan insoportable que se hace preciso recurrir a la mentira y al eufemismo. Lo que verdaderamente está en juego es la salud moral de nuestra sociedad y su civilización.

Ignacio Sánchez Cámara es catedrático de Filosofía del Derecho

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • La «cooperación orgánica» del sacerdocio común y del sacerdocio ministerial en las Prelaturas personales
    José R. Villar
  • Eucaristía y sacerdocio
    Fernando Ocáriz
  • La Pedagogía del Amor y la Ternura: Una Práctica Humana del Docente de Educación Primaria
    César Enrique López Arrillaga
  • Mons. Álvaro del Portillo y el Concilio Vaticano
    Card. Julián Herranz
  • Una nueva primavera para la Iglesia
    Benedictus.XVI
  • El mensaje y legado social de san Josemaría a 50 años de su paso por América
    Mariano Fazio
  • El pecado: Negación consciente, libre y responsable al o(O)tro una interpretación desde la filosofía de Byung-Chul Han
    Juan Pablo Espinosa Arce
  • El culto a la Virgen, santa María
    Gaspar Calvo Moralejo
  • Ecumenismo y paz
    José Carlos Martín de la Hoz
  • Verdad y libertad I
    Eudaldo Forment
  • La razón, bajo sospecha. Panorámica de las corrientes ideológicas dominantes
    Benigno Blanco
  • La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis IV
    Mª Dolores Odero
  • La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis III
    Mª Dolores Odero
  • La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis II
    Mª Dolores Odero
  • La «experiencia» como lugar antropológico en C. S. Lewis I
    Mª Dolores Odero
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad