De todo esto me acuso y todo esto me propongo sin condición alguna y sin esperar siquiera que los demás, los que piensan igual o diferente a mí, decidan emprender este camino
De pensar que la culpa era siempre de los gobernantes y nunca mía.
De no haber hecho el esfuerzo suficiente para entender al otro, para ponerme en su lugar y comprender sus anhelos, preocupaciones, esperanzas y aspiraciones.
De haber entablado conversaciones con una predisposición y un prejuicio que me impedían siquiera entender lo que el otro estaba diciendo.
De haberme alegrado interiormente cuando a los que no pensaban como yo se les cerraban caminos y aspiraciones legítimas.
De haber pensado que la única vía posible era siempre la mía.
De haber considerado que muchas de las cuestiones puestas a debate, siendo, como son, opinables y mudables, eran inmutables e intocables.
De haber hurgado en el pasado y en las redes sociales en busca de argumentos que poder lanzar contra quienes no opinan como yo.
Asumir mi parte de culpa y no mirar a otro lado.
Acercarme a quienes no piensan como yo e intentar comprender sus sentimientos, sus miedos, sus anhelos e inquietudes.
Fomentar foros de opinión plural en que cada uno pueda expresar lo que piensa y todos respeten la opinión contraria.
Sufrir cuando el otro, que no piensa como yo, sufre, y alegrarme cuando se alegra, aunque yo no experimente esos sentimientos.
Contemplar con mente y corazón abiertos el sendero por el que el otro camina en busca de atajos que acerquen y comuniquen nuestros destinos.
Revisar aquellos de mis planteamientos que estén rígidos y anquilosados.
Olvidar el pasado, dejar de buscar culpables y mirar hacia adelante, también con la mirada del otro.
Y, sobre todo, de todo esto me acuso y todo esto me propongo sin condición alguna y sin esperar siquiera que los demás, los que piensan igual o diferente a mí, decidan emprender este camino.
Javier Vidal-Quadras, en javiervidalquadras.com.
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