Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • No alcanzaron la alegría

No alcanzaron la alegría

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Juan Luis Selma
Publicado: 15 Diciembre 2025

La Navidad será gozosa, alegre, si no dejamos pasar de largo al Niño Dios que va a nacer

Estoy por vez primera en Jerusalén. Nada más llegar al aeropuerto de Tel Aviv me llamó la atención la fuerte presencia de la religión, no por el elevado número de sacerdotes católicos que formábamos la peregrinación, sino por la llamativa presencia de judíos ortodoxos y musulmanes. Ambos pregonaban a todas luces sus creencias con un orgullo casi desafiante. No necesitan un “día del orgullo”: sus creencias dirigen sus vidas, las manifiestan en su porte externo.

Está cerca el Mesías, nos lo recuerda la liturgia de este domingo: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. El Señor está cerca”. Desde el balcón del Monte de los Olivos, contemplando la ciudad vieja de Jerusalén, venía a mi memoria el Salmo 122 que los peregrinos cantaban al llegar: “¡Qué alegría cuando me dijeron: ¡Vamos a la casa del Señor! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén”. Un poco más abajo, camino del Huerto, se encuentra la Iglesia del Dominus flevit. Allí Jesús predijo llorando la destrucción del Templo y de la ciudad porque no aceptaron a su Salvador.

No alcanzaron la alegría de ver en Jesús al Mesías, al Salvador. Todavía siguen esperándolo. El Templo, que era su orgullo, hoy alberga una gran mezquita; solo queda en pie el Muro de las Lamentaciones, parte de los antiguos fundamentos. El gran saludo de paz -shalom (שָׁלוֹם), palabra hebrea que significa paz, pero también plenitud, bienestar, armonía y prosperidad, queda reducido a un mero deseo. Soldados y policías fuertemente armados vigilan cada rincón.

No hay adornos navideños, salvo en las iglesias cristianas. Los hebreos practicantes ultraortodoxos caminan deprisa por las calles, con rostro de preocupación y actividad frenética, pero no transmiten paz. El salmo sigue resonando: "Desead la paz a Jerusalén: Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios. Por mis hermanos y compañeros voy a decir: La paz contigo".

Nosotros cantaremos el precioso villancico Noche de paz, noche de amor, proclamaremos: “La Tierra entera se llena de luz porque ha nacido Jesús”. Para llenarnos de alegría debemos acoger el amor, a Jesús. Es la cercanía del Amor de los amores lo que colma nuestra alegría.

Para los cristianos, la alegría no es fruto de una vida fácil y sin dificultades, ni algo sujeto a los cambios de circunstancias o estados de ánimo, sino una profunda y constante actitud que nace de la fe en Cristo: "Nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene" (1Jn 4, 16). El mensaje cristiano que hemos recibido tiene como finalidad entrar en comunión con Dios "para que nuestra alegría sea completa" (1Jn 1, 4).

La alegría es el resultado de encontrarnos con lo que amamos; la proporciona el amor. No es un sentimiento meramente sensible o corporal, no es puro placer. Podemos experimentar placer y no estar alegres. La alegría auténtica surge cuando el placer se acompaña de la razón. No es solo sensible, es espiritual. Podemos estar alegres y cansados, alegres en la enfermedad, o experimentar gran alegría privándonos de cosas que nos gustan.

Hay alegría en la renuncia, en el sacrificio, en el esfuerzo y en la privación. Hoy he estado en la Iglesia de la Flagelación; desde allí hemos recorrido la Vía Sacra, las estaciones del Vía Crucis, en medio del caos de la Jerusalén árabe: callejuelas estrechas llenas de negocios, el canto de los muecines... Hemos llegado al Santo Sepulcro pasando por la capilla de la Crucifixión. Al besar la piedra del sepulcro del Señor, lleno de pena por la contemplación de su pasión, he experimentado un gran gozo, una paz y alegría inmensa: el gozo de la Resurrección.

La Navidad será gozosa, alegre, si no dejamos pasar de largo al Niño Dios que va a nacer. Si es algo más que comer y beber, más que una reunión familiar. Esa alegría que necesitamos, que añoramos, no podemos dejarla escapar. Que no nos ocurra como al Pueblo elegido, que no reconoció que el Mesías ya había llegado.

La Navidad recuerda que “os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2, 11). Este anuncio de los ángeles a los pastores es la raíz de la alegría cristiana.

Juan Luis Selma en eldiadecordoba.es

 

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • Una interpretación de los tres primeros capítulos del Génesis I
    Romano Guardini
  • María en la tradición protestante La inquietud, una manera de encontrarse con la sabiduría ignorada de María
    Blanca Camacho Sandoval
  • La libertad humana, don de un Dios que es Padre (en torno a una homilía San Josemaría Escrivá)
    Mónica Codina
  • El mal moral y la persona humana
    Eudaldo Forment Giralt
  • Cultura escolar y resistencias al cambio
    Joaquín Paredes Labra
  • ¿Por qué el hombre occidental se odia a sí mismo?
    Rémi Brague
  • El concilio ecuménico Vaticano II: características de la recepción de un concilio singular (VaticanoII_II)
    Joaquín Perea González
  • El concilio ecuménico Vaticano II: características de la recepción de un concilio singular (I)
    Joaquín Perea González
  • La inculturación de la fe, desafío para una educación cristiana de calidad
    José María Barrio Maestre
  • Catolicismo y conquista del nuevo mundo. Función, apogeo y decadencia
    Felipe Pérez Valencia
  • El problema de la debilidad del espíritu
    Rafael Alvira
  • La ignorancia responsable en Aristóteles
    Mario Spangenberg Bolívar
  • EL VALOR DE LA AMISTAD EN LA VIDA DEL HOMBRE La libertad de ser uno mismo con el otro
    Melisa Brioso, Blanca Llamas, Teresa Ozcáriz, Arantxa Pérez-Miranda Alejandra Serrano
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad