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Las falsas expectativas provocan desorientación (esoterismo, ocultismo)

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Escrito por Alfa y Omega
Publicado: 26 Febrero 2003
Almudi.org Esoterismo y ocultismo El hombre es libre. Durante su vida se adhiere libremente a aquello que considera un bien. Sin embargo, en los últimos años, ha aumentado el número de personas que acuden a magos, astrólogos, sectas, y otras redes de esoterismo, etc., en busca de respuesta a sus problemas: el miedo al futuro, la salud, los afectos o el trabajo, como si la libertad del hombre no existiese y su porvenir se desvelase ahí. Por otra parte, es preocupante el ... Almudi.org Esoterismo y ocultismo

El hombre es libre. Durante su vida se adhiere libremente a aquello que considera un bien. Sin embargo, en los últimos años, ha aumentado el número de personas que acuden a magos, astrólogos, sectas, y otras redes de esoterismo, etc., en busca de respuesta a sus problemas: el miedo al futuro, la salud, los afectos o el trabajo, como si la libertad del hombre no existiese y su porvenir se desvelase ahí. Por otra parte, es preocupante el aumento, sobre todo en los jóvenes, del recurso a la magia o al ocultismo, sin saber la trampa en la que entran

Tengo el poder de curarte. Poseo el filtro mágico que te permitirá encontrar el amor que estás buscando... A través de las cartas puedo descifrar tu destino... Una invasión de mensajes como éste, y otros más osados, prolifera en revistas, televisión, Internet, desde donde se invita a confiar en los poderes de lo oculto para salir de apuros. Y son los jóvenes los que más se adhieren a este tipo de prácticas, en apariencia inofensivas y presuntamente divertidas. Talismanes, Tarot, horóscopo, relación con espíritus fascinan cada día a viejas y nuevas generaciones, que creen encontrar en el esoterismo un aliado contra la soledad, contra la incomprensión de una realidad familiar dura, o contra la incertidumbre ante el futuro»: así informa un servicio de la agencia de noticias Icpress, que añade que «los jóvenes ven en este tipo de prácticas –astrología, quiromancia, cartomancia, amuletos, filtros mágicos, espiritismo, tebeos, revistas e incluso discotecas son algunas de las tapaderas del esoterismo que usa el diablo– una simple diversión que no tiene nada de malo y en las que se sumergen sin ver su realidad dañina».

Como informa la agencia Zenit, a raíz del 11-S se temía que el miedo y la ansiedad por el futuro lanzasen cada vez a más personas en los brazos de magos y cartomantes, alimentando el negocio del ocultismo, que va en aumento y que, por ejemplo, en Italia ya ronda los 450 millones de dólares cada año. Según el Informe 2001 sobre magia y ocultismo en Italia, el Teléfono antiengaño lanzó de nuevo la alarma sobre un fenómeno en auge. En sus siete años de actividad, las denuncias ascienden a más de 7.000, y los más proclives a caer en las redes de magos y cartomantes son las mujeres. En Italia, el negocio es redondo, puesto que el 97% de la facturación de los magos y ocultistas no declara impuestos. Un tribunal correccional de París condenaba, el pasado año, a la rama parisina de la Iglesia de la Cienciología a una multa de 8.000 euros por el registro informático de antiguos adeptos entre 1998 y 2000, por «obstáculos a la Comisión Nacional Informática y Libertades».

Aquí, en Madrid, los andenes del Metro se han llenado de pantallas de televisión, ante las cuales las personas esperan su tren ensimismados con noticias variopintas. Cada cierto tiempo aparece una publicidad con la siguiente pregunta: «¿Cómo va a ser tu día?» E invita a enviar por el móvil un mensaje a Canal Metro de Madrid, para que te cuente tu horóscopo. Todo este mundo mueve mucho dinero y, por eso, no es de extrañar que gran parte de la programación televisiva, como Canal 7, en Madrid, abunde en programas sobre el tarot, etc.

Carlo Climati, uno de los máximos expertos italianos en esoterismo, opina que «los medios tienen una grandísima responsabilidad, para evitar la difusión de este fenómeno. Cada vez con más frecuencia vemos en televisión a magos, santones y similares que son presentados como si fueran personas sencillas. Seguramente, en el momento en que la televisión respalda a un mago, éste entra en el circuito normal de la imaginación de las personas. Invitar a un mago a una transmisión significa hacerlo famoso, y más cuando la televisión tiene el extraño poder de transformar en creíble todo lo que es increíble».

Para atajar este fenómeno, Carlo Climati ve necesario «encontrar la fuerza necesaria para enfrentarse a estos charlatanes con el mayor número posible de acciones, tanto en el plano cultural como operaciones de tipo legal allí donde haya violaciones del Código Penal».

El pasado año, la Comisión para el orden radiotelevisivo, creada por el Ministerio de la Comunicación italiano, ponía por primera vez límites a las televentas de este tipo. Según el diario Il Messaggero, sólo los magos que se anuncian por radio, televisión, periódicos e Internet en aquel país ascienden a 7.250. El periódico italiano Corriere della Sera informaba de cómo cerca del 25% de los italianos consultan las columnas de astrología al inicio de cada día. Y, según un informe, cerca de 10 millones de italianos creen en las estrellas y en otras formas de adivinación. Sin embargo, el diario británico The Guardian se preguntaba por qué ningún astrólogo del mundo fue capaz de prever el ataque terrorista del 11 de septiembre, y observaba con sorpresa cómo mientras las agencias de inteligencia fueron condenadas por su ignorancia de los planes terroristas, la reputación de los astrólogos ha escapado intacta, «ni siquiera ligeramente dañada por esta imponente demostración de la incompetencia de lo oculto».

Martin Rees, el astrónomo real británico, afirmaba, en un artículo publicado en el Sunday Times, que la gente utiliza la astrología para satisfacer un deseo de «ser confortados, sin las exigencias que hacen las religiones más tradicionales». Animaba a los lectores a no dejarse seducir por respuestas fáciles que evitan el golpe de la investigación científica».

Pérdida de horizontes

Tanto a principios del siglo XX como, sobre todo, en el período de entreguerras, hay un auge del esoterismo, precedido por la decadencia moral, sobre todo en Europa y Estados Unidos. T.S. Eliot publica La tierra baldía, en la que proyecta su propia crisis existencial en el marco de la tremenda crisis de la cultura occidental en esos momentos. En este libro describe la situación de aquella época, en la que había una pérdida de las bases morales, no había certezas, etc.

Algunos autores están comparando aquella situación con la situación moral de nuestros días en Occidente. Una prueba se puede encontrar en el interés que está despertando la re-edición de varios ensayos de Stephan Zweig, que murió en 1942, en los que describe la moral de aquella época y en los que se ve reflejada y reconocida nuestra época: pérdida total de horizontes, de identidad, de seguridades, donde uno se queda sin referente.

Cuando hay un período así de anomía, es cuando el esoterismo encuentra su caldo de cultivo. Hoy día, ejemplos de esta anomía los vemos en algunas posiciones respecto al aborto, los clones, la eutanasia, etc., y, según se dice en estos ensayos, épocas de anomía provocan que las personas buscan allí donde las respuestas no se dan.

Recientemente, Santiago Camacho escribía en El Semanal, de ABC, sobre su libro 20 grandes conspiraciones de la Historia, en el que muestra las obsesiones esotéricas del nazismo y su führer Hitler, quien «empleaba todo su tiempo en estudiar incansablemente gruesos volúmenes de ocultismo, mitología nórdica y germana, filosofía y política, que sacaba en préstamo de la Biblioteca Imperial. La cúpula dirigente compartía la afición de Hitler por el ocultismo, y en sus ritos –afirma en el artículo– utilizaban elementos tomados del paganismo germano y otras corrientes esotéricas. Rudolf Hess, Himmler y otros líderes del nacionalsocialismo alemán eran ocultistas practicantes y estaban iniciados en los ritos de diversas sociedades secretas», continúa Santiago Camacho, quien señala asimismo que «otro de los métodos a los que recurrían era el empleo de drogas para adquirir estados alterados de conciencia», terminándose por convertir en «adictos al peyote».

En su libro analiza cómo «son numerosos los expertos en ocultismo que han aportado pruebas de cómo, tanto Hitler como sus más allegados colaboradores, estudiaron concienzudamente oscuras técnicas y ceremonias ocultistas, con el fin de aplicarlas a sus fines políticos y militares». Muchas de las decisiones políticas militares nazis estaban basadas en su confianza en el poder oculto».

 

Curanderos del espíritu

Sobre la proliferación de los curanderos del espíritu alerta, en una Carta pastoral, el obispo de Osma-Soria, monseñor Francisco Pérez: «Jesucristo nos dice que hemos de tener cuidado de los falsos profetas. Parece que es una advertencia contra sectas, adivinos y herejías de todo tipo. Por desgracia, dichos grupos se presentan como aquellos que con sus falacias y magias dan respuesta a los interrogantes más sagrados de la persona. Cuando en el corazón humano no se logra ahondar, se le envuelve en falsas expectativas, que lo único que provocan es desorientación». De ahí, que «los curanderos del espíritu no buscan el bien de la persona, sino la instrumentalización de la misma, con falsas y engañosas promesas, amén de los beneficios materiales que les reporta. Me da pena que, en pleno siglo XXI, se potencie tanto a los adivinos y a los que con la cartomancia y con otros métodos se les consulte de forma tan descarada, como si fueran los profetas de la modernidad; se hacen los dueños de las ilusiones y deseos más sagrados de la Humanidad, jugando a ser profetas. La fe y la magia son contrapuestas entre sí».

Para Carlo Climati, lo que lleva a las personas a dirigirse a magos, mediums, etc. «es una sensación de inseguridad sobre el futuro y, sobre todo, de soledad. Muchas personas están solas y buscan en los magos y en los santones un punto de referencia para resolver los propios problemas. Los verdaderos diablos que atentan contra la vida de los jóvenes –continúa este periodista–, en muchos casos, no son las canciones de rock satánico, sino los padres ausentes, los que ofrecen trabajos deshonestos, los políticos corruptos, los traficantes de droga, la hipocresía, los abusos, la indiferencia y la incomunicabilidad de la vida cotidiana. El joven, hastiado de una sociedad sin valores y sin Dios, ofrece un vacío perfecto en el cual Satanás ama introducirse». El peligro que corren estas personas al entrar en este ambiente es que «el mago se convierte en una especie de consejero, una persona que, con el tiempo, crea una auténtica relación de dependencia».

El pasado 28 de agosto, The Times, de Londres, informaba sobre la proliferación de sitios satánicos en Internet, en un país, Gran Bretaña, en el que –según esta fuente– operan más de mil sectas o cultos satánicos, espiritistas, etc. En un reciente artículo de la revista italiana Missioni Consolata, se informa de «la enorme importancia social de la brujería en África». El ocultismo mágico es un fenómeno cultural complejo que hoy es utilizado como un instrumento de control social y de mantenimiento del poder político. Como informaba Zenit, que recogía esta noticia, «África sólo podrá continuar por el camino del desarrollo cuando se libere de la brujería y de la cultura que deriva de ella».

Massimo Introvigne, director del CESNUR (Centro Europeo de Estudios sobre Nuevas Religiones), afirmaba a la agencia Zenit que, «según los datos más fiables, cerca de un quinto de la población, tanto en Europa occidental como en Estados Unidos, se dirige al menos una vez al año a un mago u otro profesional de lo oculto, de pago. Los ricos van al mago más que los pobres». Otro aspecto que señala es cómo «los adeptos a los movimientos mágicos, a menudo, son personas influyentes en el mundo académico y cultural, cuyo relieve no se debe infravalorar». En su libro El desafío mágico, publicado en 1995 y todo un best-seller, Massimo Introvigne analiza la cultura esotérica occidental, una tradición de pensamiento que ha tenido una influencia decisiva en la filosofía, en el arte y en la literatura europea.

Es grave motivo de preocupación cuando el interés de un joven no es lúdico sino, a su modo, serio, es decir, «como cuando se dedican activamente al espiritismo, a organizar ritos satánicos caseros, quizá en cementerios. Es justo preocuparse e intervenir, si bien esta intervención tiene que buscar comprender el malestar que lleva a los jóvenes a comportarse de este modo y sus causas. Haría falta, sobre todo, preguntarse qué es lo que no va en general en la vida del joven, qué le falta. Si se hacen sesiones espiritistas o misas negras rudimentarias, hay siempre algo que no va bien. Hay que mostrar el carácter mísero de estas prácticas, hacer comprender al joven que el espiritismo juvenil, o el satanismo juvenil, es una opción de perdedor, de vencido, que los satanistas no son potentes príncipes de las tinieblas, sino –hay que decirlo– pobres diablos», afirma.

«Pero, sobre todo –concluye Massimo Introvigne–, hay que proponer. Estos problemas se resuelven cuando los chicos encuentran, quizá en compañía de sus padres o en el ámbito de la fe cristiana, experiencias más significativas y atractivas respecto a las pequeñas estupideces del espiritismo y del satanismo juveniles».

 

Lo que dice el Catecismo

El Catecismo de la Iglesia católica, de cuya publicación se acaba de celebrar el décimo aniversario, nos dice que «Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la Providencia en lo que se refiere al futuro, y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto». Y recuerda el Catecismo que «todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que, equivocadamente, se supone desvelan el porvenir». Y añade que «la consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a mediums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la Historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios».

Por último, afirma que «todas las prácticas de magia o de hechicería, mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para procurar la salud–, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica, con frecuencia, prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo».

¿Por qué hay quien basa su futuro en la probabilidad estadística de que salgan unas cartas y no otras, en las manos de un maestro del tarot? ¿O de aquellos que lo basan en la colocación de unas estrellas? ¿Encuentran las respuestas que buscan? La felicidad verdadera y que corresponde con los deseos últimos del corazón, ¿quién nos la da? ¿Dónde buscarla?

* * * * * * * * * * * *

 

Los científicos y psicólogos parecen haber encontrado uno de los grandes misterios de la Humanidad –según anunciaba la BBC–, al dar con el secreto de la felicidad. La fórmula descubierta por la investigación de la psicóloga Carol Rothwell y Pete Cohen es la siguiente: F = P + (5xE) + (3xN); donde P representa a las características personales, incluyendo perspectivas en la vida, adaptabilidad y resistencia; E significa existencia y se refiere a salud, estabilidad financiera y amistad; y N significa necesidades de orden superior y cubre el amor propio, las expectativas, ambiciones y sentido del humor. La fórmula en sí consiste en cuatro preguntas a las que se responde entre el 1 y el 10. El valor dado y sumado de las dos primeras preguntas es P; el de la tercera, E; y el de la cuarta es N. Para ser feliz, el resultado debe ser igual a 100 o menor. ¿Puede nuestro corazón conformarse buscando la felicidad en fórmulas semejantes y en tan falaces sucedáneos?

Como informaba la agencia Zenit, al acabar el año 2001, Juan Pablo II advertía contra los vanos intentos de adivinar el futuro. El Papa reconocía que todos tenemos curiosidad sobre el futuro, pero solamente el Padre conoce los tiempos o las fechas, y recordó cómo Jesús nos pidió que no hiciéramos inútiles intentos por saber lo que únicamente está reservado al conocimiento de Dios. Deberíamos dedicar el tiempo, con amor filial, a lo que nos es asequible, la extensión del mensaje del Evangelio.

Para aquellos que están angustiados con el futuro, Juan Pablo II recomendó, en un mensaje del Angelus el 6 de septiembre de 1998, que, «si queremos dar una buena dirección a nuestra vida, debemos aprender a discernir su plan, leyendo los misteriosos hitos en la carretera que Dios pone en nuestra historia diaria. Para este fin, no valen ni horóscopos ni astrología. Lo que se necesita es oración, auténtica oración, que debería siempre acompañar una decisión hecha en conformidad con la ley de Dios». El Papa pedía a todos que dirigieran sus oraciones al Espíritu Santo: «Nadie sabe nuestro futuro mejor que Él, y nadie es más capaz de guiar nuestros pasos en la dirección correcta».

Ante el Misterio que hace todo, uno se puede abrir confiado como un niño, o cerrarse e intentar ser él la medida de todas las cosas, cuando, en realidad, todo nos ha sido regalado. Decía san Bernardo: «¿Por qué buscas entre palabras muertas al Verbo, si Él, al hacerse carne, se ha hecho visible?»

 

Alfa y Omega, feb-03, n.343
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