Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • El “cielo” de Hawking

El “cielo” de Hawking

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Ernesto Juliá Díaz
Publicado: 28 Mayo 2011
A los hombres jamás se les hubiera ocurrido inventarse un “cielo” para calmar sus temores a la muerte

ReligionConfidencial.com

¿Busca acaso Hawking que alguien le convenza de que la existencia de Dios está fuera del alcance de sus fórmulas físico-matemáticas?

Hawking tiene realmente “razón”. Su “cielo” no existe. Ese “cielo” que, en sus palabras, «es un cuento de hadas para los que tienen miedo a la muerte, para los que temen la oscuridad».

      Efectivamente, ese “cielo”, el “cielo” de Hawking no existe. Y a Dios gracias. ¿Para qué tenía que existir un “cielo” tan inútil?

      A los hombres jamás se les hubiera ocurrido inventarse un “cielo” para calmar sus temores a la muerte; sencillamente, porque si el Cielo no existiera, jamás el hombre hubiera tenido el mínimo temor a la muerte. Como no tiene “miedo a la muerte” ni la hormiga, ni el gato, ni el orangután, ni el jilguero, ni la mariposa, ni el pez más escuálido ni la ballena más voluminosa.

      ¿Por qué Hawking tiene esa preocupación de un “cielo” que no “existe”? Me viene a la cabeza un par de escolios de Gómez Dávila: «El ateo nunca le perdona a Dios su inexistencia»; «Es más fácil creer en los dioses del Olimpo o de los Indigitamenta que en la inexistencia de Dios».

      Hawking es muy libre de seguir haciendo afirmaciones sobre “dios”, sobre “el cielo”. ¿Añora quizá el Cielo que sí existe, el Dios que sí existe? Quizá eso podría explicar que vuelva de vez en cuando sobre estos temas. ¿Busca acaso que alguien le convenza de que la existencia de Dios está fuera del alcance de sus fórmulas físico-matemáticas? Y que, por consiguiente más allá de la razón existe la Fe, una Fe tan llena de inteligencia como la razón misma.

      Reconozco que rezo para que Hawking abra su inteligencia, su prodigiosa inteligencia a la Fe. La Fe cristiana no se opone, en absoluto, al saber científico. Al contrario, la Fe amplía el horizonte de nuestro conocimiento y empuja el corazón del hombre a conquistar cada más profundamente el conocimiento del universo.

      «Dejadme ir a la casa del Padre». Juan Pablo II, y con él muchos otros hombres y mujeres, no han tenido ningún miedo a la muerte. No se inventaron nada, ni tuvieron la más mínima necesidad de “cuentos de hadas”. ¿Qué sentido tiene inventarse algo que ya existe? Sencillamente descubrieron en el fondo de su corazón “lo que el Señor tiene reservado para quienes le aman”: el Cielo, el Amor de Dios.

      Quizá algún día Hawking amplíe el horizonte de su visión del mundo, de su visión de la Creación —que no cabe, ciertamente, en ninguna fórmula matemática. Y entonces se dará cuenta de que el hombre es lo suficientemente inteligente para ser consciente de que su vida no acaba aquí. 

      Y no necesitará ni temblar ante la muerte, ni buscarse un refugio en un “cuento de hadas”. Sencillamente dirá, con serenidad y paz: “Dejadme ir a la casa del Padre”.

Ernesto Juliá Díaz

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • Una interpretación de los tres primeros capítulos del Génesis II
    Romano Guardini
  • Una interpretación de los tres primeros capítulos del Génesis I
    Romano Guardini
  • María en la tradición protestante La inquietud, una manera de encontrarse con la sabiduría ignorada de María
    Blanca Camacho Sandoval
  • La libertad humana, don de un Dios que es Padre (en torno a una homilía San Josemaría Escrivá)
    Mónica Codina
  • El mal moral y la persona humana
    Eudaldo Forment Giralt
  • Cultura escolar y resistencias al cambio
    Joaquín Paredes Labra
  • ¿Por qué el hombre occidental se odia a sí mismo?
    Rémi Brague
  • El concilio ecuménico Vaticano II: características de la recepción de un concilio singular (VaticanoII_II)
    Joaquín Perea González
  • El concilio ecuménico Vaticano II: características de la recepción de un concilio singular (I)
    Joaquín Perea González
  • La inculturación de la fe, desafío para una educación cristiana de calidad
    José María Barrio Maestre
  • Catolicismo y conquista del nuevo mundo. Función, apogeo y decadencia
    Felipe Pérez Valencia
  • El problema de la debilidad del espíritu
    Rafael Alvira
  • La ignorancia responsable en Aristóteles
    Mario Spangenberg Bolívar
  • EL VALOR DE LA AMISTAD EN LA VIDA DEL HOMBRE La libertad de ser uno mismo con el otro
    Melisa Brioso, Blanca Llamas, Teresa Ozcáriz, Arantxa Pérez-Miranda Alejandra Serrano
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad