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Una conversión intelectual

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Escrito por Rosalía Sánchez
Publicado: 23 Octubre 2011
El filósofo Habermas reconoce por sorpresa el valor social de la religión<br /><br />

El Mundo

Allegados a Jürgen Habermas citan un encuentro del filósofo con el aún cardenal Ratzinger como la clave de su giro

      El mérito del hallazgo corresponde a la revista de ciencias sociales 'Society', que edita Jonathan Imber, y el filósofo de izquierda que descubre a Dios es nada más y nada menos que Jürgen Habermas.

      ¿Han dicho a Dios? Como mínimo, Habermas ha descubierto la religión.

      En el artículo titulado 'Religión y democracia en el pensamiento de Habermas', Philippe Portier constata la evolución de Habermas desde posiciones encuadrables en el marxismo hasta el reconocimiento de una "función pública de la religión". Semejante camino sólo podía ser largo y tortuoso, de manera que Portier distingue tres etapas. En una primera fase, hasta los años 80, Habermas considera abiertamente la religión como una "realidad alienante" y una "herramienta de dominación" de los poderosos, en la más pura tradición marxista.

      Allegados a Habermas citan un encuentro del filósofo con el aún cardenal Ratzinger como la clave de su giro. En una segunda etapa, que comprende entre 1985 y 2000, esa animadversión contra lo religioso queda en silencio en los escritos de Habermas. Quizá, señala Poitier, porque parecía tratarse de una realidad en extinción, el filósofo abandona su actitud combativa y se limita a relegarla al ámbito privado, en el sentido de la laicidad francesa.

      Pero existe una tercera fase en la que Habermas descubre la religión como valor de resistencia contra el avance del "turbocapitalismo". Poitier sigue revisando los escritos de Habermas hasta nuestros días y anota que, tras reconocer que en la cultura democrática dominada por la supuesta racionalidad, la solidaridad se ha visto seriamente socavada, admite el buen uso de la "intuición moral" que suministra la religión. Aunque el converso parece aún lejos de percibir las profundidades del hecho religioso y se queda en el utilitarismo social, no cabe duda de que se trata de un milagro y habría que atribuirlo, si revisamos sus propias fuentes, a la conversación que Habermas mantuvo con el cardenal Ratzinger antes de que éste se convirtiese en Benedicto XVI.

      A partir de ese encuentro, el filósofo parece haber girado hacia un pensamiento post secular que, dado el peso intelectual ampliamente reconocido de su autor, podría suponer el inicio de una reconciliación de su filosofía con el hecho religioso.

      Un compañero de Habermas desde los tiempos de la Universidad, Peter Berger, ha cifrado esta evolución en la percepción de Habermas como un paso en la superación de modelos que persistían desde la caída del Imperio Romano, sirviéndose de citas de Edward Gibbon. «Los diferentes modos de culto fueron considerados por todo el pueblo como igualmente válidos. Los filósofos los consideraron a todos como igualmente falsos y los magistrados romanos pensaron que eran todos útiles por igual. Si cruzamos la postura de aquellos filósofos con la de los magistrados, obtenemos a Habermas», dice Berger, alejando a su colega de toda sospecha de auténtica conversión.

      Lo que dicen los textos de Habermas, a partir de 'Dialéctica de la Secularización', es que acepta el cristianismo como factor de justicia universal que, abierto a la razón, provee de sustancia moral a la democracia. Este punto de apoyo, señala Poitier, puede ser la clave que sirva a la palanca del pensamiento para afrontar los retos del siglo XXI.

Rosalía Sánchez

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