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‘Álvaro del Portillo, un intelectual santo’

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Escrito por Elena Belletich Ruiz
Publicado: 19 Noviembre 2014
Almudi.org - Álvaro del Portillo, un intelectual santo
Jornada académica en la Universidad de Piura (Perú) en honor del nuevo beato

Más de 250 personas asistieron en la Universidad de Piura (Perú) a la jornada académica “Álvaro del Portillo, un intelectual santo”. Los expositores resaltaron la figura de don Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría

Una vez, don Álvaro lo llamó “mi lengua alemana”, pues fue su traductor e intérprete del castellano al alemán durante 19 años. Ante una audiencia de más de 250 personas, el Dr. Enrique Banús contó algunos detalles de esta experiencia. Por su parte, la doctora Marisa Aguirre, docente del PAD y exdecana de la Facultad de Comunicación, relató varios detalles sobre la figura del beato, Piura y la Universidad.

La Dra. María Pía Chirinos, en una conferencia magistral, explicó los aportes de don Álvaro a la llamada nueva evangelización “que responden quizá a un rasgo propio y muy característico de su trabajo al frente del Opus Dei”. Por su parte, el Cardenal Juan Luis Cipriani evocó la figura del ‘amigo’ que fue siempre don Álvaro, señalando que el mundo actual sufre, fundamentalmente, “una crisis de amistad”. Si hoy en día predomina el individualismo esto se debe a que falta, sobre todo, vivir la amistad, dijo.

“Don Álvaro fue el santo de la amistad”

La jornada académica “Álvaro del Portillo, un intelectual santo” se desarrolló el 4 en Lima y el 11 en Piura. En esta ciudad, más de 250 personas, reunidas en el CPA e IME, asistieron al evento. En su participación, el arzobispo de Lima sostuvo: “si logramos que nuestra vida se resuma en ‘ser buen amigo’ habremos logrado todo”. Indicó, que el beato “es el santo de la amistad… con su mirada, con su gesto… Sin decir una sola palabra, te decía: Aquí estoy, qué necesitas…”. Destacó que supo ser buen amigo, anotando que para serlo “es preciso concebir la vida como un servicio total a los demás…”. Destacó que don Álvaro dedicó su vida entera a servir; a apoyar a San Josemaría y a servir a la Iglesia…”.

En su participación, el doctor Banús, quien vivió en Alemania durante 18 años, destacó también esta característica de don Álvaro y narró la especial preocupación que tenía siempre por las personas. Cada vez que el beato visitaba Alemania y, luego, en diferentes ocasiones en Roma, hasta su fallecimiento (1994) él fue testigo de su preocupación por su tarea de traducción, que normalmente pasa desapercibida. Señaló que si lo hubieran llamado para declarar, en el proceso de beatificación: “hubiera dicho que tengo una prueba irrefutable de su santidad: cuando hablaba en público, D. Álvaro hablaba despacio, en voz clara y alta y vocalizando. Esto es una prueba de santidad porque los españoles no solemos hablar así”, explicó.

El beato en la nueva evangelización

María Pía Chirinos expuso unas pinceladas sobre la historia del cristianismo que culminaron con la aportación de don Álvaro en el terreno teológico y canónico. Antes del Vaticano II, en el seno de la Iglesia se seguía pensando que para ser santos se necesitaba abandonar el mundo y consagrarse plenamente a Dios. La santidad seguía limitada a unos pocos miembros y los laicos no podían acceder a ella. “Ampliar esta comprensión era una exigencia ineludible del humanismo cristiano si su pretensión era realmente universal”, anota Chirinos Montalbetti.

En sus conclusiones, aseguró que Don Álvaro “era consciente de que la nueva evangelización exige ‘heraldos del evangelio’, ‘expertos en humanidad’ y bien formados, de modo que sepan devolver los valores cristianos al mundo social, político y económico, sin limitarse a tareas intraeclesiales, que pueden reflejar cierto clericalismo”. Asimismo recalcó que su comprensión del humanismo cristiano vio la luz en el Vaticano II, cuando esta asamblea proclama la llamada universal a la santidad y al apostolado, que en palabras de Pablo VI constituyeron las tesis principales de todo el cuerpo doctrinal del Concilio. Don Álvaro, remarcó, fue uno de los principales colaboradores no solo por sus dones intelectuales y su trabajo, sino principalmente por su santidad. “Gracias a sus aportaciones, podemos decir que se pusieron los fundamentos para que la doctrina conciliar se abriese a una concepción de los laicos con funciones propias pero, al igual que los otros miembros de la Iglesia, con los mismos derechos y deberes fundamentales”.

Don Álvaro era una persona normal

‘Un intelectual santo’ fue el título del testimonio dado por la doctora Marisa Aguirre sobre el sucesor de San Josemaría. Aseguró que era una persona normal, “pero también un fenomenal ejemplo de fidelidad en el desempeño de las tareas que Dios quiso darle”.

Contó sobre las pocas veces que lo vio y habló con él, destacando el cariño e interés que siempre mostraba por Piura, por la Universidad de Piura y por quienes trabajaban y estudiaban en ella. ¿Cómo mantener el espíritu que San Josemaría quería para la UDEP? Le preguntó en una ocasión: “Tú tienes que pensar que tu vida es una novela maravillosa y que cada día escribes una página nueva. ¿Cómo? preparando bien tus clases, dándolas bien, haciéndote amiga de tus alumnas, rezando por ellas cuando subes y bajas por las escaleras, en todo momento. Así se hace la Universidad”, le dijo.

En más de una ocasión le recordó que la tarea que se lleva a cabo desde la Universidad es estupenda porque sus profesores, además de vivir la justicia y la caridad, tiran de los alumnos hacia arriba y no se contentan con eso sino que tratan de hacerlos llegar al cielo.

Al finalizar, Marisa Aguirre expresó: “esos son mis recuerdos de Álvaro del Portillo, el intelectual, el Padre, el santo. Se preocupó por mí –la NN entre sus miles de hijos en el Opus Dei– me habló de mis temas y de mis asuntos; conversamos de lo común. Y por eso, quiero agradecer a quienes me invitaron porque, además de recordar escenas entrañables, me han dado la oportunidad de cumplir con lo que me pidió el beato: “Díselo a todos”.

La Jornada culminó con un concierto, de homenaje al beato del Portillo, ofrecido por el Coro Universitario, bajo la dirección del maestro Arturo Hernández. Al finalizar, el cardenal Cipriani dio la bendición a quienes se la solicitaban y saludó a los más de 90 profesores de distintos puntos del país que siguen la maestría Didáctica de las Matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Educación, como becarios del Pronabec.

Elena Belletich Ruiz

 

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