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A propósito de Llewyn Davis
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A propósito de Llewyn Davis

Inside Llewyn Davis
  • Público apropiado: Jóvenes-adultos
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2014
  • Dirección: Ethan Coen y Joel Coen
Contenidos: Diálogos (algunos D)

Dirección y guion: Ethan Coen y Joel Coen. País: USA. Año: 2013. Duración: 105 min. Género: Drama, musical. Interpretación: Oscar Isaac (Llewyn Davis), Carey Mulligan (Jean), Justin Timberlake (Jim), F. Murray Abraham (Bud Grossman), Garrett Hedlund (Johnny Five), John Goodman (Roland Turner), Max Casella (Pappi), Ethan Phillips (Mitch), Jeanine Serralles (Joy). Producción: Ethan Coen, Joel Coen y Scott Rudin. Fotografía: Bruno Delbonnel. Montaje: Roderick Jaynes. Diseño de producción: Jess Gonchor. Vestuario: Mary Zophres. Distribuidora: Universal Pictures International Spain. Estreno en USA: 20 Diciembre 2013. Estreno en España: 1 Enero 2014.

Reseña:

   Tres años después del notable western “Valor de ley”, los hermanos estadounidenses Ethan y Joel Coen (“Muerte entre las flores”, “Fargo”, “O Brother!”, “No es país para viejos”) retornan a su estilo y temática habituales en “A propósito de Llewyn Davis”, inspirada en “The Mayor of MacDougal Street: A memoir”, la autobiografía del cantante folk neoyorquino Dave Van Ronk. Tras ganar el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2013, la película ha recibido diversos galardones de la crítica estadounidense, y opta ahora a tres Globos de Oro —mejor película de comedia o musical, actor (Oscar Isaac) y canción (“Please Mr. Kennedy”)—, lo que consolida su carrera hacia los Oscar.

   Greenwich Village, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de música folk, que deambula por las calles guitarra en ristre y cargando a un gato llamado Ulises. Durante una semana se enfrenta al despiadado invierno neoyorquino y a una serie de obstáculos aparentemente insuperables —desencuentros amorosos, abortos clandestinos, adicción a las drogas y alcohol…—, algunos generados por él mismo. Sobrevive gracias a la generosidad de cantantes amigos —como Jean (Carey Mulligan) y Jim (Justin Timberlake)— y de algún que otro extraño, como Johnny Five (Garrett Hedlund). Y trabaja donde puede, desde los cafés del Village hasta un vacío club en Chicago, siempre con la esperanza de realizar una prueba para algún productor musical, como Roland Turner (John Goodman) o Bud Grossman (F. Murray Abraham).

   En esta nueva versión contemporánea y cotidiana de la odisea de Ulises —similar en su estructura a la que relataron en “O Brother!”—, los Coen vuelven a demostrar su maestría para retratar a perdedores y para diseccionar la atormentada interioridad del artista, que aquí intenta renovar la música folk haciendo “mierda nueva de la mierda vieja”, según la expresión del propio Dave Van Ronk. Para ello despliegan de nuevo una fascinante puesta en escena, entre hiperrealista y onírica, de poderosa planificación y decadente fotografía, y en la que adquiere un enorme protagonismo dramático la sensacional banda sonora, producida por el mítico T-Bone Burnett. En este sentido, resultan antológicas algunas versiones de famosas canciones folk, grabadas en directo durante el rodaje, como la balada tradicional irlandesa “Fare Thee Well (Dinks Song)” —cantada a dúo por Oscar Isaac y Marcus Mumford— o la sublime “Five Hundred Miles”, de Hedy West, cuyo sensacional cover lo interpretan en el filme Justin Timberlake, Carey Mulligan y Stark Sands, en un claro homenaje a Peter, Paul and Mary.

   Tampoco flaquea el capítulo interpretativo, liderado por el guatelmateco Oscar Issac, que se desvela como un magnífico actor dramático y como un cantante folk de voz desgarradora y fuerte personalidad. Sin embargo, su matizada caracterización y, con ella, el resto del filme se resienten de la falta de evolución dramática de su torturado y autodestructivo personaje, dominado en todo momento por una trágica fragilidad afectiva y moral, ya mostrada en numerosas películas sobre artistas, y en concreto, sobre cantantes. En este sentido, se echa en falta algún personaje oxigenante y, sobre todo, un poco más de humor blanco, como el que elevaba a “O Brother!” —especialmente en su desenlace— a la categoría de las obras maestras. Aquí los Coen lo intentan con un divertido y sutil homenaje final a Bob Dylan. Pero se quedan cortos, y dejan en el espectador un regusto demasiado amargo.(Cope J. J. M.)