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Silvered Water, Syria Self-Portrait
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Silvered Water, Syria Self-Portrait

Silvered Water, Syria Self-Portrait

Contenidos: Imágenes (varias V)

Directores y guionistas: Wiam Bedirxan y Ossama Mohammed. Música: Noma Omran. Documental. 93 min

Reseña:

   Nacido en Lattakia, Siria, en 1954, Ossama Mohammed estudió en el Instituto de Cine de Moscú. Entre 1978 y 2002, escribió y dirigió películas como ‘Khutwa Khutwa’, ‘Stars in Broad’, ‘Sunduq al-dunyâ’ y ‘Ma’a al-Fidda’, en varias de las cuales denunciaba sutilmente el adoctrinamiento y la violencia del Partido Baas, liderado por el presidente Bashar al-Assad, al que Mohammed atribuye más de 150.000 muertes. En mayo de 2011, Mohammed se refugió en Francia, desde donde asistió impotente a la pasividad de la comunidad internacional ante la brutal represión con la que Al-Assad acalló la revolución que intentaron sus opositores durante la llamada Primavera Árabe.

   Entonces, el cineasta se dedicó a recopilar desde París los centenares de vídeos que circulaban en la red sobre la guerra civil en Siria, la mayoría de ellos grabados con teléfonos móviles o cámaras de baja calidad. Así contactó vía email con Wiam Siam Bedirxan, una joven kurda, nacida y residente en la ciudad de Homs, donde las salvajadas de los seguidores del Partido Baas fueron especialmente crueles. Esta mujer —cuyo nombre significa “agua plateada” en kurdo— enviaba a Mohammed sus valiosas filmaciones por las ruinas de Homs, muchas de una violencia espeluznante y otras marcadas por un lirismo arrebatador en su doliente veracidad, sobre todo las centradas en un niño huérfano llamado Omar. Así, pensando en lo que filmaría Mohammed si estuviera en Homs, Wiam Siam Bedirxan se convirtió a distancia en codirectora de este filme singular, que reúne “mil y una imágenes grabadas por mil y un sirios”, como lo define el veterano cineasta.

 

   Como es lógico, las tremendas filmaciones que ofrece esta película tienen un gran valor como testimonio gráfico de la tragedia de Siria y de los excesos del Partido Baas. Porque, además, Mohammed y Bedirxan no se regodean en los sangrientos pasajes de torturas, ejecuciones y tiroteos —algunos verdaderamente insoportables— y los compensan con una mirada exaltadora y poética de la lucha por la libertad y de la capacidad de sacrificio del pueblo sirio, muy bien subrayada por la música de Noma Omran, sobre todo cuando se mezcla con los disparos, gritos y lamentos de la gente. 

 

   Quizás abusan de la voz en off y de ciertos simbolismos un poco crípticos; pero, en general, la película tiene una intensidad arrolladora. El problema es que este “autorretrato de Siria” —como lo define su director— seguramente padece una mirada demasiado parcial de la cruenta guerra civil que describe, pues elogia sólo a los rebeldes musulmanes, ni cita a los cristianos y demoniza sin matices al régimen de Bashar al-Assad, cuyo ejército ahora lucha a brazo partido contra los brutales yihadistas suníes del autoproclamado Estado Islámico (EI) del radical Abu Bakr al-Baghdadi, que van sembrando el terror y la barbarie a su paso. Sin duda, el filme habría ganado muchísimo si hubiera ampliado su perspectiva y se hubiera completado con filmaciones del último año. (Cope J.J.M./Almudí JD).