Domingo de la semana 15 de tiempo ordinario; ciclo C

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II
Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva
Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica 

(Dt 30,10-14) "El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca"
(Col 1,15-20) "Él es la cabeza del cuerpo: de la Iglesia"
(Lc 10,25-37) "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón"

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II

Homilía de Fernández Carvajal en "Hablar con Dios" Tomo IV

--- Amor al prójimo
--- Dios no hace acepción de personas
--- Salir del egoísmo

--- Amor al prójimo

Amarás... al prójimo como a ti mismo. El doctor de la ley respondió acertadamente. Jesús lo confirma: "Has respondido bien: haz esto y vivirás". Lo narra el Evangelio de la Misa de hoy.

Este precepto ya existía en la ley judía, e incluso estaba especificado en detalles concretos y prácticos. Por ejemplo, leemos en el Levítico: “Cuando cosechéis la mies de vuestra tierra, no siegues hasta el borde de tu campo, ni espigues los restos de tu mies. Tampoco harás rebusco de tu viña, ni recogerás de tu huerto los frutos caídos; los dejarás para el pobre y el forastero. Yo, Yahveh, vuestro Dios” (Lv 19,9-10). Y, después de especificar otras muestras de misericordia, dice el Libro Sagrado: “No te vengues y no guardes rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19,18).

Es un lejano anticipo de lo que será el mandamiento del Señor. Pero existía la incertidumbre sobre el término “prójimo”. No se sabía a ciencia cierta si se refería a los del propio clan familiar, a los amigos, a quienes pertenecían al pueblo de Dios...Había diversas respuestas. Por eso, el doctor de la ley le pregunta al Señor: ¿y quien es mi prójimo?, ¿con quién debo tener esas muestras de amor y de misericordia?

Jesús responderá con una bellísima parábola, que recogió San Lucas: “Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?” El le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?” (Lc 10:25-37).

Respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Díjole entonces: “Bien has respondido. Haz eso y vivirás”. Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: “Y ¿quién es mi prójimo?” Jesús respondió: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?” El dijo: “El que practicó la misericordia con él”. Díjole Jesús: “Vete y haz tú lo mismo”.

--- Dios no hace acepción de personas

Un hombre bajaba...Este es mi prójimo...un hombre cualquiera. Alguien que tiene necesidad de mí. No hace el Señor ninguna especificación de raza, amistad o parentesco. Nuestro prójimo es cualquiera que está cerca de nosotros y tenga necesidad de ayuda. Nada se dice de su país, ni de su cultura, ni de su condición social: homo quidam... un hombre cualquiera.

En el camino de nuestra vida vamos a encontrar gente herida, despojada y medio muerta del alma y del cuerpo. La preocupación por ayudar a otros si estamos unidos al Señor nos sacará de nuestro camino rutinario, de todo egoísmo y nos ensanchará el corazón guardándonos de caer en la mezquindad. Gente dolorida, falta de comprensión y de cariño, que carecen de lo indispensable, heridas por humillaciones.

También encontraremos cada día a ese hombre al que han dejado medio muerto porque no le enseñaron las verdades más elementales de la fe, o se las han arrebatado mediante el mal ejemplo, o a través de los grandes medios modernos de comunicación al servicio del mal. No podemos olvidar en ningún momento que el bien supremo del hombre es la fe, que está por encima de los demás bienes materiales y humanos. “Habrá ocasiones en que, antes de predicar la fe, haya que acercarse al herido que está al borde del camino, para curar sus heridas. Ciertamente. Pero sin excluir nunca de nuestra preocupación de cristianos la comunicación de la fe, la educación de la misma y la propagación del sentido cristiano de la vida” (González Martín).

--- Salir del egoísmo

El secreto para estar por encima de diferencias de raza, cultura o, simplemente, de edad o de carácter: comprender que Jesús es el objeto de nuestra caridad. En los demás le vemos a Él.

Dios nos pone al prójimo, con sus necesidades concretas, en el camino de la vida.

Los quehaceres de este samaritano pasaron unos momentos a segundo término, y sus urgencias también; empleó su tiempo, sin regateos, en auxiliar a quien lo necesitaba. Y no sólo nuestro tiempo, también nuestras aficiones personales, nuestros gustos -no digamos ya nuestros caprichos- deben ceder ante las necesidades de los demás.

Jesús concluye la lección con una palabra cordial dirigida al doctor: Ve, le dice, y haz tú lo mismo. Sé el prójimo inteligente, activo y compasivo con todo el que te necesita.

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Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva

Quien preguntó a Jesús, con ánimo de ponerlo a prueba, qué debía hacer para entrar en la vida eterna era un letrado, que ante la invitación de Jesús de que cumpliera lo que está escrito en la Ley, quiso entablar un diálogo erudito, no comprometido. "¿Y quién es mi prójimo?" El Señor no se dejó atrapar y tomando la pregunta al vuelo le expuso la soberbia parábola del Buen Samaritano que acabamos de oír.

¿Que quien es tu prójimo? No sé su nombre, dice en esencia Jesús. Es aquel que está junto a ti con una necesidad en cualquiera de los caminos del Jericó de tu vida. El amor verdadero es todo ojos para descubrir las necesidades concretas del momento sin pasar de largo apelando a urgencias más importantes o justificándonos pensando que esas ayudas no resuelven los problemas de la Humanidad. Esa filantropía universal y vaga que descuida la realidad que tenemos a mano, no son un logro sino una tragedia. ¿No advertimos lo fácil que resulta solidarizarnos con los pobres y lo costoso que se nos hace solidarizarnos con la pobre de mi mujer, el pobre del marido, los hijos, los hermanos, los amigos...?

También nosotros, como este letrado, conocemos lo que Dios quiere. Somos gente instruida. Pero nos desentendemos de su Ley. Por eso el Maestro le respondió por dos veces: "Anda, haz tú lo mismo". "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida". He aquí la cuestión: Haz eso. Y es que: del dicho al hecho hay mucho trecho, como dice el pueblo sencillo. Toda la fuerza se detiene muchas veces en las buenas palabras. Éstas surgen a borbotones, como la lava de un volcán en erupción, al denunciar las deficiencias ajenas. Nos sobran recursos para hacerle un sermón a los hijos, la mujer, el marido..., los otros. En cambio, todo son atenuantes para nuestra conducta, tan lastrada también por las mismas escorias morales. No basta con saber lo que hay que hacer, es preciso realizarlo en todo momento. "Haz eso y vivirás".

Posiblemente, el sacerdote y el levita de esta extraordinaria enseñanza de Cristo no vieron en su camino sino un cuerpo ensangrentado y maltrecho. ¡Cuántas veces en nuestro trato con los demás, en la vida del hogar, con los amigos y compañeros de profesión, nuestra mirada se detiene tan sólo en los defectos, esas heridas que los enemigos de nuestra alma nos infirieron! El Buen Samaritano nos recordará la obligación de mirar a los demás como los ve el Señor, con cariño, descubriendo lo que hay por debajo de esas heridas del carácter, del temperamento y de la vida: un ser humano, un hermano, un hijo de Dios.

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Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

«Cúmplelo»

I. LA PALABRA DE DIOS

Dt 30, 10-14: El mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo
Sal 68, 14 y 17.30-31.33-34.36 y 37: Buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón
Col 1,15-20: Todo fue creado por él y para él
Lc 10,25-37: ¿Quién es mi prójimo?

II. LA FE DE LA IGLESIA

«Por su modo de actuar y de su predicación, Jesús ha atestiguado el valor perenne del Decálogo» (2076). «La Ley no es abolida, sino que el hombre es invitado a encontrarla en la Persona de su Maestro, que es quien le da la plenitud perfecta» (2053).

«El don del Decálogo fue concedido en el marco de la alianza establecida por Dios con su pueblo. Los mandamientos de Dios reciben su verdadero significado en y por esta Alianza» (2077). «La existencia moral es respuesta a la iniciativa amorosa del Señor» (2062).

III. TESTIMONIO CRISTIANO

«El Señor prescribió el amor a Dios y enseñó la justicia para con el prójimo a fin de que el hombre no fuese injusto ni indigno de Dios. Así, por el Decálogo, Dio preparaba al hombre para ser su amigo y tener un solo corazón con su prójimo» (S. Ireneo) (2063).

«La primera frase del Decálogo, primera palabra de los mandamientos de Dios, se refiere a la libertad: "Yo soy el Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre" (Ex 20,2; Dt 5,6)» (Orígenes) (2061).

IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA HOMILÍA

A. Apunte bíblico-litúrgico

Los principales, mandamientos del Señor inscritos en el corazón del hombre son los que se recuerdan en el Decálogo. Hacen felices al hombre.

Jesús no vino a anular la Ley del Decálogo, la amplió y espiritualizó. Así lo hace con el precepto del amor al prójimo: hay que «hacerse prójimo» del necesitado, como el buen samaritano.

La carta a los Colosenses es una de las «de la cautividad» escrita por S. Pablo en una de sus frecuentes detenciones en prisión. El tema fundamental: la primacía absoluta de Cristo en el universo y en la Iglesia.

B. Contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica

La fe:

Introducción a los Diez Mandamientos: 2052-2082.

La respuesta:

«Sin mi no podeis hacer nada»: 2074.
Amarás a tu prójimo: 2196.

C. Otras sugerencias

Los mandamientos de Dios, expresión de su voluntad, están muy cerca, inscritos en el corazón humano, escritas en el decálogo, llevados a plenitud en su vida y predicación por Jesús...y sin embargo hay que meditarlos y profundizar sobre ellos. Es la pregunta que se le hace a Jesús. El responde con profundidad.

Cumplir la voluntad de Dios es la vida cristiana y el centro de la oración. En el mandamiento doble del amor a Dios y al prójimo se resume todo. Tenemos la respuesta, pero no para cumplirlo externamente. La parábola del Buen Samaritano invita a plantearse con seriedad el amor al prójimo. «Hacerse prójimo» con el necesitado.

Es tan conocido este mandamiento del amor que puede darse por cumplido. Hoy se llama la atención para no caer en esa actitud.

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