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No se puede llamar depresión a cualquier cosa. Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría

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Don Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría en Madrid, participó en el último Congreso Católicos y vida pública, con una ponencia sobre el síndrome de amaro. Prepara un libro sobre la depresión. Alfa y Omega le ha entrevistado:   ¿Qué es el síndrome de amaro?   El amaro es una planta labiada, que huele muy mal, pero cura ciertas afecciones de la piel. Extrapolando eso al lenguaje de la televisión, el síndrome de amaro es el deseo, el interés por conocer la vida de los famosos sie...

Don Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría en Madrid, participó en el último Congreso Católicos y vida pública, con una ponencia sobre el síndrome de amaro. Prepara un libro sobre la depresión. Alfa y Omega le ha entrevistado:

 

¿Qué es el síndrome de amaro?

 

El amaro es una planta labiada, que huele muy mal, pero cura ciertas afecciones de la piel. Extrapolando eso al lenguaje de la televisión, el síndrome de amaro es el deseo, el interés por conocer la vida de los famosos siempre que esté rota. La vida ajena de los llamados famosos sirve de pasatiempo, de entretenimiento; uno se sumerge en esas vida truncadas y se olvida de la propia por un rato.

 

¿A qué se debe este azote actual de separaciones y parejas tan débiles?

 

Para mí no se trata de una crisis de la sociedad, sino que su origen es más profundo y preciso: es una crisis de la persona que, cada vez menos madura, con poco criterio y bombardeada por tantos mensajes tan contradictorios, se ve perdida y sin rumbo.

 

Usted ha escrito muchas páginas sobre el amor y el desamor. ¿Cómo mantenerse enamorado con el paso de los años?

 

En la vida conyugal, uno sigue el rastro del otro muy de cerca. Conoce lo positivo y lo negativo del otro al milímetro. Mantenerse enamorado significa seguir admirando al otro, valorar sus esfuerzos por mejorar en muchas vertientes y por sacar lo mejor que lleva dentro. Y después: complicidad, y sentido del humor, y desdramatizar adversidades...

 

¿Por qué hay hoy tantas depresiones?

 

La depresión es uno de los signos de nuestro tiempo. Es la enfermedad del desencanto. Pero la palabra depresión se usa en exceso, y a cualquier descenso del estado de ánimo le llamamos depresión. La depresión auténtica es una enfermedad presidida por una tristeza profunda, que lleva al abatimiento y a la desesperanza; en ella se alinean una serie de síntomas muy concretos: sentimientos de culpa, ansiedad, vivir el presente empapado de un pasado que se percibe como negativo, dificultad para proyectarse hacia delante, ausencia de placer en las cosas que habitualmente lo producían y, en los casos más graves, ideas de suicidio.

 

¿Se curan las depresiones?

 

Hoy se curan más del 90% de las llamadas endógenas, es decir, las que son biológicas, inmotivadas, de fondo hereditario. Las exógenas ó reactivas dependen de los motivos que la hayan producido, por eso tienen una evolución más incierta. Hoy estamos en la década del cerebro. Los avances son espectaculares: los nuevos fármacos para la depresión cada vez son mejores; los diseñados últimamente adelgazan, lo cual es de enorme interés sobre todo en la mujeres. Otro ejemplo: en las depresiones resistentes a los fármacos habituales, contamos con un aparato que puede ayudarlas mucho: el estimulador magnético transcraneal, que sin anestesia, activa ciertos neurotransmisores y produce un mejoría evidente del ánimo.

 

¿Ansiedad y depresión van unidas?

 

Ambas suelen ir asociadas en muchas depresiones. Se mezcla a la vez la melancolía y la inquietud interior. El resultado es un sufrimiento singular, de gran desgaste.

 

¿Cuál es la mayor ansiedad del hombre moderno?

 

Ansiedad es siempre miedo anticipatorio, vivir el presente lleno de un futuro incierto. Durante todo el siglo XX ha flotado en su atmósfera el mito del progreso indefinido, que ha culminado con grandes avances técnicos y con dos desastres humanos: el nazismo y el comunismo. ¿Por dónde irá el ser humano en las próximas dos ó tres décadas? Debe ir por la senda de un nuevo humanismo: el gozo de ser persona, de vivir en una tecnología cada vez más precisa y refinada, y, a la vez, abierto a los nuevos valores: la solidaridad, la secularidad bien entendida y, por supuesto, no relegar lo religioso al ámbito de lo privado, como una vuelta a las catacumbas.

 

¿Debe lo religioso estar presente en la vida social?

 

Europa está vieja y enferma. Los padres de ella, Adenauer, Monnet, Schuman, De Gasperi, eran profundamente creyentes. Hoy está vigente el nuevo código social llamado lo políticamente correcto, y el que se sale de ahí, lo pasa mal. Pero hay que ir contra corriente. Gianni Váttimo habla del pensamiento débil; yo me refiero al hombre light: centrado en el hedonismo, el consumismo, la permisividad y el relativismo. La religión es la rebeldía del hombre que no quiere vivir como un animal, presidida por el amor verdadero.

 

¿Cómo le diría usted a un joven en torno a los 20 años por qué no debe tener relaciones sexuales con el primero que se preste a ello, si a ambos les apetece?

 

Hay dos modos contrapuestos de relación sexual: el sexo sin amor, y la sexualidad con amor comprometido. El primero es cuerpo a cuerpo, contacto sin vínculos, desechable, de usar y tirar; en él se utiliza el cuerpo del otro como objeto. El amor comprometido es una relación de persona a persona. Su principal característica es la integridad.

 

Alfa y Omega

 

http://www.alfayomega.es/

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