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En la fiesta de Pentecostés

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Benedicto XVI ante la contaminación de la atmósfera moral de nuestro mundo

Scriptor.org

La fiesta de Pentecostés, cincuenta días después de la Resurrección del Señor, recuerda que el Espíritu Santo bajó sobre los apóstoles en forma de lenguas de fuego e hizo que se abrieran sus mentes y sus corazones.

En lAlmudi.org - Juan José García-Noblejasa homilía, Benedicto XVI ha establecido un paralelo entre la contaminación del aire en el ambiente atmosférico de nuestro mundo físico y la contaminación moral de la atmósfera de nuestro mundo humano.

En pocas palabras, (…) que traduzco libremente del texto italiano completo, cabe sintetizar el mensaje así:

El mundo de hoy está "contaminado", porque además de la contaminación atmosférica, está la contaminación moral, que ofusca las mentes y los corazones con imágenes que hacen espectáculo del placer, de la violencia y del desprecio por el hombre y la mujer.

Aunque –como puede verse a continuación– hay otros dos asuntos tratados en estas palabras de la homilía de Benedicto XVI, aún no publicada en castellano.

1. La contaminación de la atmósfera moral

"De la misma manera que no hay que acostumbrarse a envenenar el aire, añadió el pontífice –y este compromiso representa hoy una prioridad medioambiental– lo mismo debería hacerse respecto de lo que corrompe el espíritu".

"Parece que muchos de los productos que circulan en nuestra sociedad y que contaminan la mente y el corazón, tales como esas imágenes que hacen espectáculo del placer, la violencia y el desprecio por el hombre y la mujer, y que nos acostumbremos a esto sin dificultad” lamentó.

"Esto es libertad, se suele decir, sin reconocer que todo eso contamina, intoxica el ánimo, sobre todo el de las generaciones más jóvenes en particular, y a fin de cuentas, termina por condicionar la misma libertad".

2. El hombre no quiere ser imagen de Dios

Benedicto XVI continuó con una fuerte advertencia: "El hombre ya no quiere ser imagen de Dios, sino de sí mismo –dijo dando razón de la imagen del Espíritu Santo– y se declara autónomo, libre, adulto. Evidentemente, esta actitud revela una relación con Dios que no es auténtica, a consecuencia de la falsa imagen que el hombre se ha construido de sí mismo, como el hijo pródigo de la parábola evangélica, que cree que se realiza a sí mismo alejándose de la casa de su padre”.

"En las manos de un hombre así –continuó Benedicto XVI, refiriéndose al paralelo del fuego con el Espíritu Santo– el «fuego» y su enorme potencial se convierte en algo peligroso: puede ser dirigido contra la vida y la humanidad misma, como por desgracia demuestra la historia. Como perenne advertencia siguen ahí las tragedias de Hiroshima y Nagasaki, en donde la energía atómica, utilizada con fines bélicos, ha terminado por sembrar la muerte en proporciones inauditas”.

3. La Iglesia no es una especie de organismo humanitario

La iglesia no es "un gran movimiento histórico, una sólida y compleja institución social" o "una especie de organismo humanitario", sino que es "un cuerpo vivo", concluye el Papa: "El Espíritu Santo –dice– es el alma de iglesia. Sin El, ¿en qué quedaría ésta? Sin duda sería un gran movimiento histórico, una sólida y compleja institución social, tal vez una especie de organismo humanitario. Y de hecho esto es lo que entienden los que la consideran desde fuera de la perspectiva de la fe”.

“En realidad, sin embargo –sigue Benedicto XVI– la Iglesia es un cuerpo vivo, cuya vitalidad es precisamente el resultado del invisible Espíritu Divino". “Lo que supone el aire limpio para la vida biológica, eso mismo es el Espíritu Santo para la vida espiritual –ha explicado el Papa– y de igual manera que existe la contaminación atmosférica que envenena el medio ambiente y los seres vivos, así que hay una contaminación del corazón y el espíritu, que hace daño y envenena la existencia espiritual".

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