Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Evangelio del domingo: la purificación del Templo

Evangelio del domingo: la purificación del Templo

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por opusdei.org
Publicado: 06 Marzo 2021

Comentario del domingo de la 3° semana de Cuaresma (Ciclo B). “¿Qué signo nos das para hacer esto? Destruid este Templo y en tres días lo levantaré”

En la purificación del Templo Jesús anticipa su cruz y su resurrección, inaugurando un nuevo culto que se realiza en la comunión con Él.

Evangelio (Jn 2,13-25)

Pronto iba a ser la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Con unas cuerdas hizo un látigo y arrojó a todos del Templo, con las ovejas y los bueyes; tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y les dijo a los que vendían palomas:

− Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado.

Recordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.

Entonces los judíos replicaron:

− ¿Qué signo nos das para hacer esto?

Jesús respondió:

− Destruid este Templo y en tres días lo levantaré.

Los judíos contestaron:

− ¿En cuarenta y seis años ha sido construido este Templo, y tú lo vas a levantar en tres días?

Pero él se refería al Templo de su cuerpo. Cuando resucitó de entre los muertos, recordaron sus discípulos que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había pronunciado Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver los signos que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos, y no necesitaba que nadie le diera testimonio acerca de hombre alguno, porque conocía el interior de cada hombre.

Comentario

En el camino de la Cuaresma la liturgia de este III domingo nos propone contemplar la escena conocida como la purificación del Templo. Los otros evangelistas sitúan este acontecimiento en la última semana de Jesús en Jerusalén, cuando llevará a cabo la misión que había recibido del Padre, mientras que Juan lo sitúa al comienzo del ministerio público de Jesús probablemente con la idea de considerarlo un gesto programático.

Al echar del Templo a los vendedores y cambistas, Jesús recuerda las palabras proféticas de Zacarías: “Aquel día no habrá más traficantes en el Templo del Señor” (Zc 14,21). Los judíos, entendiendo que se trataba de un gesto simbólico, le piden un signo para comprobar que está actuando en nombre y con el poder de Dios, como un verdadero profeta.

Jesús ofrece un signo que ningún otro profeta podría haber dado: la cruz y la resurrección, “Destruid este Templo y en tres días lo levantaré”. El sentido de estas palabras, malinterpretadas por los judíos, será revelado solo en la resurrección de Jesús, cuando los discípulos “recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús”.

La cruz y la resurrección de Jesús abren a una nueva forma de adorar a Dios. El lugar del encuentro entre Dios y los hombres ya no será el Templo sino el cuerpo de Jesús resucitado y glorificado que reúne a todos en el Sacramento de su cuerpo y sangre.

Poco después, en el mismo evangelio de Juan, al samaritano Jesús lo explicará más claramente: “llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre (…). Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque así son los adoradores que el Padre busca” (Jn 4,21-23).

A este nuevo culto hace referencia san Pablo cuando llama a los cristianos “templo de Dios” (1Cor 3,16) y sobre todo cuando exhorta a ofrecer nuestros cuerpos como ofrenda viva, santa, agradable a Dios. Se trata del “culto espiritual” (Rm 12,1), un culto en el cual el hombre unido a Cristo llega a ser adoración, glorificación del Dios vivo.

Después de la purificación del Templo, el evangelista señala que muchos al ver los signos que realizaba creyeron en su nombre y, sin embargo, Jesús “no se fiaba de ellos, porque conocía el interior de cada hombre”.

A veces nuestra fe, como la de aquellos adversarios de Jesús, se funda más sobre los milagros que sobre el mismo Dios, se apoya más en nuestras seguridades que en la comunión con Cristo realizada en los sacramentos.

La purificación del Templo realizada por Jesús nos recuerda hoy la necesidad de purificar nuestra fe, de volver a fundar nuestra vida sobre este Dios que ha manifestado su potencia y su amor infinito en la cruz, fuente de nuestra salvación. Solo pasando por la cruz llegaremos a la gloria y la alegría de la resurrección.

Fuente: opusdei.org

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • La inculturación de la fe, desafío para una educación cristiana de calidad
    José María Barrio Maestre
  • Catolicismo y conquista del nuevo mundo. Función, apogeo y decadencia
    Felipe Pérez Valencia
  • El problema de la debilidad del espíritu
    Rafael Alvira
  • La ignorancia responsable en Aristóteles
    Mario Spangenberg Bolívar
  • EL VALOR DE LA AMISTAD EN LA VIDA DEL HOMBRE La libertad de ser uno mismo con el otro
    Melisa Brioso, Blanca Llamas, Teresa Ozcáriz, Arantxa Pérez-Miranda Alejandra Serrano
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
  • La educación democrática en el contexto de la deliberación y el agonismo político
    Sergio Luis Caro Arroyo
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad