Recuperar la claridad moral en una era de división
Cuando el cardenal Robert Prevost, nacido en Chicago y formado en Perú, abogado canónico, misionero y jefe del Dicasterio para los Obispos, asumió el cargo de nuevo papa electo, muchos esperaban que hablara en inglés. No lo hizo.
A pesar de su fluidez y ciudadanía estadounidense, eligió el italiano y el español. Y en lugar de mencionar Chicago, mencionó su parroquia en Perú. La elección fue deliberada. No se trataba solo de idioma o sentimiento, sino de simbolismo, estrategia y una profunda carga espiritual.
En ese discreto acto de omisión, el Papa León XIV (como se le conoce ahora) dejó algo inequívocamente claro: no es un trofeo nacional. No será una figura papal del catolicismo estadounidense ni portavoz de ninguna ideología partidista. Es un Papa formado en el crisol del trabajo misionero, la sensibilidad multicultural y el servicio pastoral a la periferia.
Más que geografía: una identidad espiritual
Nacido en Estados Unidos y con doble nacionalidad peruana, el Papa León XIV encarna un catolicismo transnacional que resiste cualquier clasificación fácil. Es profundamente estadounidense, pero no el Papa de Estados Unidos. Sirvió más de 20 años en Latinoamérica, absorbiendo sus ritmos eclesiales, sus luchas y sus prioridades sociales. Esta formación parece haber moldeado el tono inicial de su papado: construcción de puentes, inclusión y conciencia global.
En temperamento y teología, parece reflejar el espíritu del papa Francisco, pastoralmente compasivo y atento a los pobres y marginados, sin perder la base doctrinal. En cuanto a la ordenación de mujeres, por ejemplo, se mantiene fiel a las enseñanzas tradicionales. Sin embargo, en temas de justicia social, transmite el mismo fervor que convirtió al papa Francisco en una voz global para los que no tienen voz.
Este acto de equilibrio, progresividad pastoral con fidelidad doctrinal, lo coloca en un carril equilibrado, pero que muchos creen que es muy adecuado para la compleja Iglesia global de hoy.
Ecos de 1978: El patrón histórico de Roma
La Iglesia Católica ha comprendido desde hace mucho tiempo el peso moral del simbolismo papal y cómo el liderazgo puede servir como contrapunto a las ideologías globales.
Cuando el cardenal Karol Wojtyła fue elegido Papa Juan Pablo II en 1978, su papado se interpretó ampliamente como una respuesta al comunismo soviético. Se trataba de un papa polaco, elegido tras el Telón de Acero, que se convertiría en una fuerza espiritual contra un régimen que negaba la libertad religiosa y suprimía la dignidad humana. Su liderazgo moral fue decisivo para impulsar movimientos como Solidaridad y animar a los fieles de toda Europa del Este.
De manera similar, la elección del Papa León XIV parece diseñada para enfrentar una amenaza diferente, no proveniente de regímenes totalitarios, sino del extremismo ideológico, el nacionalismo populista y el individualismo corrosivo. Así como Roma ofreció una respuesta moral al comunismo, ahora parece ofrecer una respuesta a las crisis que azotan a Occidente, en particular las que emanan de la cultura estadounidense.
El nombre León XIV: una pista histórica
El nombre elegido, León, tiene una gran resonancia histórica. El Papa León XIII (1878-1903) es recordado como un intelectual con conciencia social, autor de la revolucionaria encíclica Rerum Novarum , que sentó las bases de la doctrina social católica. Denunció los excesos del capitalismo y rechazó las falsas promesas del socialismo. Defendió los derechos laborales, la dignidad de los trabajadores y el papel de los sindicatos, a la vez que afirmaba la legitimidad de la propiedad privada.
Al elegir a "León", el nuevo Papa podría estar señalando un camino similar: un papado que confrontará las injusticias contemporáneas no mediante el tribalismo político, sino mediante la claridad moral católica. Al igual que León XIII, podría aspirar a renovar el papel de la Iglesia como mediadora entre extremos opuestos, abogando por el bien común y protegiendo la dignidad humana.
Un mensaje a la Iglesia estadounidense
En los últimos años, las facciones dentro del catolicismo estadounidense se han envalentonado cada vez más en sus críticas a Roma. Desde la fuerte resistencia a las encíclicas del papa Francisco hasta las contradicciones públicas de los obispos con las directrices del Vaticano, la Iglesia estadounidense, al igual que la alemana, ha enfrentado fracturas internas. Algunos clérigos se han alineado con el populismo de derecha, la promoción de teorías conspirativas y la siembra de divisiones, lo que ha socavado la unidad eclesial.
La elección del Papa León XIV, por lo tanto, puede verse como una invitación y una corrección. Él comprende el panorama estadounidense, nació en él. Pero no se deja vencer por sus extremos ideológicos. Su silencio en inglés no fue un rechazo a sus raíces, sino una resistencia a ser apropiado. Fue una reprimenda sutil pero firme a quienes buscan nacionalizar el papado o instrumentalizarlo para fines de guerra cultural.
Una respuesta global al extremismo político
Con el regreso de Donald Trump a la prominencia política y la continua propagación de ideologías hipernacionalistas por todo el mundo, la Iglesia se enfrenta a una profunda prueba moral. En este clima, la tentación de los líderes religiosos es fuerte: alinearse con el poder, repetir la retórica popular o refugiarse en la rigidez doctrinal.
Pero el Papa León XIV parece ofrecer un camino diferente, una fuerza más serena y profunda, arraigada en la universalidad y la responsabilidad espiritual. Su papado no es una postura reaccionaria, sino reflexiva, moldeada por una cercanía vivida con la pobreza, la diversidad y la comunidad.
En este contexto, emerge no como un "Papa estadounidense", sino como un pastor global que, además, es estadounidense. Y esa distinción es crucial. Le permite hablar con credibilidad ante Estados Unidos, a la vez que ofrece un contrapeso necesario a la toxicidad ideológica que emana de su política.
América Latina: el corazón palpitante de la Iglesia
No es casualidad que el nuevo Papa mantenga fuertes vínculos con Latinoamérica, la mayor base de católicos del mundo. Su estancia en Perú, donde vivió, ejerció su ministerio y aprendió a ver la Iglesia desde la perspectiva de las comunidades indígenas y las parroquias en dificultades, ha dejado una clara huella.
Latinoamérica, más que cualquier otra región, ha marcado los dos últimos papados. Al establecer al nuevo Papa en este mundo, la Iglesia reafirma su compromiso con el sur global, no solo como campo misionero, sino como potencia teológica y espiritual.
Un Papa que puede hablar tanto en los barrios bajos de Lima como en las salas de juntas de Washington está en una posición única para unificar una Iglesia cada vez más fragmentada.
No dominio sino responsabilidad
Para quienes se preocupan de que un Papa estadounidense dé señales de dominio, consideren esto: la lógica detrás de su elección podría tener menos que ver con la influencia estadounidense y más con la responsabilidad moral. En el mundo actual, la crisis ideológica arde con más fuerza en Estados Unidos. Desde sus fronteras emerge una cultura de división, aislacionismo y polarización que amenaza no solo a las instituciones políticas, sino también a la unidad religiosa.
Al elegir a un Papa que comprende esa cultura y se niega a replicarla, la Iglesia podría estar ofreciendo una intervención excepcional y oportuna. Su elección no se trata de elevación, sino de confrontación. No de poder, sino de servicio. No de nacionalismo, sino de misión.
Reflexiones finales
Al final, Roma no ha elegido a una celebridad. Ha elegido a un pastor. Y al hacerlo, ha realizado una jugada maestra en el tablero de ajedrez global.
Papa León XIV Ofrece la posibilidad de un papado que traiga sanación donde hay dolor, claridad donde hay confusión y conciencia global donde los sistemas políticos fallan. Si sigue el camino de León XIII, bien podría convertirse no solo en un papa de diplomacia o doctrina, sino en un papa de renovación.
Para una Iglesia que debe navegar en un mundo tempestuoso, una voz así puede ser exactamente lo que se necesita.
Bryan Lawrence Gonsalves en catholicismcoffee.org
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