Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Mirando a Roma

Mirando a Roma

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Javier Arnal
Publicado: 07 Marzo 2013
No hago ‘quinielas’, simplemente confío en quienes han de elegir al nuevo papa

javierarnal.wordpress.com

Se dice que a Juan Pablo II se le escuchaba, y a Benedicto VI se le leía, y que entre ambos han logrado un prestigio del Papado a un nivel máximo, algo que necesita −y no poco− la humanidad en nuestros días

      Es interesante comprobar en estos días de sede vacante la reacción mundial. El mundo mira a Roma, tal vez más que en otras ocasiones. Y la clave puede estar en el reconocimiento unánime de que el Papa es la máxima autoridad moral del universo, precisamente en unos tiempos revueltos y de zozobra moral.

      Juan Pablo II y Benedicto XVI pueden ser las dos caras de una moneda −el papado− que son de una gran relevancia en la historia de la Iglesia. Expertos hay para analizar, probablemente dentro de un tiempo para tener más perspectiva, la dimensión de ambos papados y, tal vez, su complementariedad.

      La Iglesia entró en el tercer milenio de la mano de Juan Pablo II, con un pontificado largo y fructífero, centrado en poner en práctica el Concilio Vaticano II. Sin este Papa no se entiende la caída del muro del Este, y para esta afirmación no hace falta ser teólogo, sino mero observador o recordar cómo hasta el mismo Gorbachov subrayó la importancia decisiva de Juan Pablo II en la cascada de libertad que se produjo en el Este de Europa a partir de 1989, en la que Polonia jugó un papel decisivo: casualmente con un Papa polaco en la sede de Pedro. Cayeron muros sin violencia, como naipes, de modo inexplicable.

      Poco antes de ser elegido Papa, Ratzinger habló de la “dictadura del relativismo” en nuestro tiempo. Llegaron con profundidad sus palabras. Tal vez ha sido el Papa elegido para continuar la tarea de Juan Pablo II −la otra cara de la moneda−, y en particular para contribuir a derribar el muro del relativismo, que parece justificar un mundo sin Dios.

      Se dice que a Juan Pablo II se le escuchaba, y a Benedicto VI se le leía, y que entre ambos han logrado un prestigio del Papado a un nivel máximo, algo que necesita −y no poco− la humanidad en nuestros días. Benedicto XVI, a quien nadie discutía su altura intelectual y teologal, ha sabido llegar a todos con mensajes sencillos y a la vez profundos.

      Un breve pontificado, casi 8 años, que deja el listón muy alto, para la Iglesia y para la humanidad. Por eso tengo la sensación de que desde los cinco continentes se mira especialmente a Roma, se espera mucho, y no me parece que se deba a una mera impresión personal tras la multiplicación de medios de comunicación y redes sociales que hoy en día nos proporcionan una ingente información, puntos de vista, enfoques variopintos, tanto de eclesiásticos como de no creyentes.

      Los cardenales elegirán a quien estimen más idóneo para ser Papa en estos momentos. Ellos se conocen y en conciencia han de votar, bajo la particular asistencia del Espíritu Santo. En las “quinielas” periodísticas se habla de preferencias, acerca de su origen −que sea de Hispanoamérica, pues allí viven ahora la mayoría de los católicos−, de su raza, de su edad, de su preparación. Algo que se admite es que el “doblete” de Papas recientes ha sido providencial para estos 35 años, de 1979 a 2013, y yo estoy convencido de que lo será quien ahora sea elegido. No hago “quinielas”, simplemente confío en quienes han de elegirlo.

Javier Arnal

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • Catolicismo y conquista del nuevo mundo. Función, apogeo y decadencia
    Felipe Pérez Valencia
  • El problema de la debilidad del espíritu
    Rafael Alvira
  • La ignorancia responsable en Aristóteles
    Mario Spangenberg Bolívar
  • EL VALOR DE LA AMISTAD EN LA VIDA DEL HOMBRE La libertad de ser uno mismo con el otro
    Melisa Brioso, Blanca Llamas, Teresa Ozcáriz, Arantxa Pérez-Miranda Alejandra Serrano
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
  • La educación democrática en el contexto de la deliberación y el agonismo político
    Sergio Luis Caro Arroyo
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
  • Eficacia de la Sagrada Escritura en la configuración de la vida cristiana
    Bernardo Estrada
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad