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  • La ‘fivet’ y la dignidad de la procreación

La ‘fivet’ y la dignidad de la procreación

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Escrito por Isabel Viladomiu
Publicado: 23 Abril 2013
La fecundación ‘in vitro’ vulnera la dignidad de la pareja en su engendrar y la del niño que ha de nacer

isabelviladomiu.blogspot.com

La FIV vulnera la dignidad de la pareja en su engendrar y la del niño que ha de nacer

      Ha fallecido el aplaudido y nobeleado doctor Robert Edwards a los 87 años. El matrimonio Brown acudió a él para remediar su infertilidad a causa de una obstrucción tubárica que impedía que el espermatozoide alcanzara al óvulo en la trompa de Falopio y se diera así una fecundación y posterior embarazo. Acudieron al Dr. Edwards, siendo el primero en el mundo en realizar una fecundación ‘in vitro’, extracorpórea, con éxito. La niña nació en 1978 y se llamó Louise.

      La fecundación in vitro ha sido muy aplaudida e incluso premiada, pues por éstas técnicas han nacido cuatro millones de niños en el mundo. Ante este éxito, hay que ser razonable y no ocultar las cuestiones éticas de esta intervención técnica en el inicio de la vida, que no desaparecen por el nacimiento de un bebé, siempre están presentes. ¿Justifica la infertilidad la producción y manipulación de embriones en el laboratorio? ¿Es lícito poner precio a técnicas que producen hombres?

      La FIV nació para solucionar problemas de infertilidad a parejas que legítimamente deseaban tener un hijo y no llegaba de forma natural. Robert Edwards y detrás de él muchos médicos y biólogos, pasaron por alto la importancia del diagnóstico y las causas médicas que producen la infertilidad para posibilitar la fecundación de la esposa por el esposo, a todas luces más deseable, costoso y ético, que el embrollo que ha generado la FIV. La FIV no cura la infertilidad, no hace un diagnóstico de la causa del porqué no llega el hijo buscado, sino que produce el hijo manipulando los gametos y en vitro.

      Antes de 1978 solamente había una forma de ser engendrado: a través de una relación sexual. Actualmente se pueden producir bebés de 18 formas distintas. Para hacer FIV se manipuló la verdad poniendo en duda que la vida desde la fecundación sea humana. Se habló de 14 días, semanas y de tiempo de desarrollo como condición necesaria para alcanzar la categoría de humana y de respetable. Los embriones perdieron su valor y han sido utilizados para repuesto y donados a la ciencia. Se vio, también, que el deseo del hijo generaba dinero a mansalva, surgiendo clínicas de FIVET por todas las esquinas. La eugenesia, es decir, la selección de los sanos, es otra consecuencia resurgida con la FIV: se producen embriones y se seleccionan los sanos de los enfermos. Estas son algunas de las cuestiones indeseables y no resueltas de la FIVET.

      El motor del mundo, hoy por hoy, es el dinero, y las cuestiones éticas no quieren ser escuchadas. La producción y selección de embriones, nos dicen, no es una cuestión que nos influya como sociedad, y no es verdad. Todos perdemos algo en cada embrión producido y no respetado, especialmente por nuestra condición relacional y responsable de los más pequeños y vulnerables. La FIV vulnera la dignidad de la pareja en su engendrar y la del niño que ha de nacer. No somos cosas, somos personas sin precio alguno, poseemos dignidad y nos debemos respeto. La comunidad científica sigue teniendo la responsabilidad de llevar a cabo progresos en terapias médicas y quirúrgicas alternativas a la FIVET, buscando las soluciones más éticas y respetuosas con la vida y los esposos. Un cambio de rumbo es necesario.

Isabel Viladomiu

Artículo relacionado:

    El inquietante legado de Robert Edwards, en Aceprensa

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