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"El pensamiento de Benedicto XVI sobre la Fe, la Iglesia y el mundo", edición de Justo Amado

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Justo Amado nos presenta una compilación de los principales textos de Joseph Ratzinger -Benedicto XVI- de forma que el lector puede acceder fácilmente al núcleo del pensamiento del actual Papa

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En muchos países Fe, Mensaje y Compromiso ponen en peligro la propia vida, y también para nosotros siguen siendo una novedad.

Justo Amado nos presenta una compilación de los principales textos de Joseph Ratzinger -Benedicto XVI- de forma que el lector puede acceder fácilmente al núcleo del pensamiento del actual Papa.

Los textos escogidos por Justo Amado tratan múltiples cuestiones, como la Iglesia en la actualidad, una Iglesia de humanidad y divinidad, o sobre la fe y el compromiso de vivirla hoy en día. En muchas partes del mundo Fe, Mensaje y Compromiso suponen un peligro para la propia vida mientras que en nuestro próspero Occidente siguen siendo una novedad.

La Fe no es un producto más de la mente humana y, por lo tanto, algo meramente subjetivo, sino "algo que excede al tiempo" englobando todas las facetas de vida de la persona y sus expresiones íntimas, familiares, políticas, culturales, económicas y sociales. Por eso es raíz y eje de los fundamentos morales de nuestra vida personal y común.

El problema central que está aconteciendo -especialmente en Occidente- es la concepción de la Fe como algo meramente subjetivo por lo que todas las valoraciones morales se convierten en relativas. El relativismo argumenta que es posible construir la moral más adecuada y conveniente en cada momento como base para organizar la sociedad. Esta "moral de los tiempos" lleva al "relativismo de vida", base de la dialéctica materialista, del hedonismo escéptico y de la indiferencia nihilista.

La concepción relativa de la moral lo impregna todo. Buen ejemplo lo tenemos en el significado de la palabra "Libertad". Ya no se utiliza la expresión "Libertad de": de elegir y de ser elegido, de culto, de dar y de recibir información, educación, etc. Actualmente se habla de "libertad para": para realizar y alcanzar nuestros propios objetivos y fines. Así la "Libertad" queda convertida en un simple medio relativo que se puede manipular en pos de los objetivos y fines personales. Por lo tanto es moral utilizar y emplear a nuestro antojo cualquier medio para alcanzar nuestros objetivos y fines personales.

Frente a esta forma de pensamiento y cultura dominante, Benedicto XVI nos dice que Cristo y su Evangelio son el mayor desafío para este mundo relativista porque pone a las personas ante la necesidad de escoger entre una fe personal y relativa y la Fe en Cristo. Esto implica escoger entre un dios y una "moral de los tiempos", hechos a medida de cada persona, o una moral objetiva y natural perfeccionada en Jesucristo y su Evangelio.

Sigue siendo una novedad -y en muchos lugares un peligro- proclamar que Jesucristo es realmente Dios y hombre, y que Dios es, además, Padre; por lo que la relación Dios y hombre es filial. Si esto es cierto la persona queda necesariamente ungida de un excelso valor, dignidad y trascendencia siendo un ser eminentemente moral. Posee necesariamente una moral natural innata -propia al hecho de ser humano- completada y encauzada por la moral cristiana.

Es novedad y provocación proclamar todo esto y que Dios, en la persona de Jesucristo, sufre y lleva nuestros sufrimientos, comparte nuestra vida y, de este modo, crea el paso a la auténtica vida en la Resurrección. En el misterio pascual se encuentra condensada toda la problemática de la liberación de la vida humana y así se representa en la Liturgia. Este nexo entre Dios-Hijo, Vida y Liturgia me parece central porque -entre muchas otras cosas- sugiere fundamentos de vida personal, familiar y social que llevan a la necesidad de que los cristianos nos comprometamos.

El desafío al mundo relativista de "la moral de los tiempos" se incrementa porque Dios creó al ser humano como ser racional, moral y libre. Esto implica conciencia del Bien y del Mal, de la Verdad y la Mentira, de lo Justo y lo Injusto. Por lo tanto el ser humano no puede eludir el compromiso y tiene la capacidad para hacer unas cosas o sus contrarias, siendo responsable de la opción tomada, de los actos realizados y de sus consecuencias.

Tal como he señalado, trascendencia, moral, razón y libertad hacen que la persona sea consciente y responsable ante Dios, ante sí mismo y ante la sociedad de sus opciones, actos y de sus consecuencias. Aquí tenemos esbozados los principios que deben constituir la base de toda sociedad libre y democrática: moral, libertad, razón, responsabilidad.

Si vemos las cosas desde este punto de vista todo cambia porque ya nada es relativo y asoman verdades objetivas y principios morales superiores: que todos los seres humanos tenemos unos derechos naturales inalienables e iguales como son el derecho a la Vida (incluido el no-nacido), a la Verdad, a la Libertad, a la Justicia, a la Integridad Moral (física, intelectual, espiritual) y a la búsqueda de la Felicidad dentro de las leyes de la moral natural y religiosa y de la democracia.

Estos textos de Ratzinguer conducen a un objetivo, expresado, de nuevo, por Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas est: suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en todas las facetas de expresión de la vida humana, con la Vida misma, con Cristo, con Dios.

Hay libros que se leen "en diagonal", ojeando el conjunto, apenas deteniéndose en algún capítulo. Éste, por el contrario, está editado para ser, no ya leído, sino meditado pues es la misma voz del Papa la que nos habla.

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