Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias antiguas
  • Mercado y justicia

Noticias antiguas

Mercado y justicia

  • Imprimir
  • PDF
Ninguna actividad humana puede estar excluida de la moral; por supuesto, tampoco la economía

Gaceta de los Negocios

Todo texto de Doctrina Social de la Iglesia suele interpretarse desde la perspectiva de las ideologías Almudi.org - Ignacio Sánchez Cámarapolíticas y económicas y, en particular, se discute si favorece al capitalismo o al socialismo. No es la perspectiva más profunda y relevante, pero no carece de interés. Desde luego, de suyo, la moral cristiana no propugna un determinado sistema económico, sino que los valora desde la perspectiva de la fe y de la dignidad humana.

La última encíclica de Benedicto XVI, Caritas in veritate, no es una excepción. Aunque reconoce que la Iglesia carece de recetas técnicas para superar la crisis y que no pretende entrometerse en la función de los estados, sí aspira a aportar su visión del hombre, a partir de la fe, para contribuir a su solución. El mercado no es un mal ni tampoco un bien absoluto e incondicionado.

Si uno lee el texto, queda más bien absuelto de culpabilidad sobre la crisis y sobre la terrible injusticia del mundo. Las principales reflexiones sobre esta cuestión se encuentran en el capítulo tercero de la Carta. El mercado es una institución adecuada si está sujeto a los principios de la justicia conmutativa y si existe confianza recíproca y generalizada.

Pero junto a la justicia conmutativa, la Doctrina Social de la Iglesia siempre ha destacado las exigencias de la justicia distributiva y de la justicia social. El mercado debe estar orientado al bien común, cuyo logro es responsabilidad fundamental de la comunidad política.

En definitiva, dice, el mercado es un instrumento, un medio, que puede ser utilizado mejor o peor, bien o mal: “Es verdad que el mercado puede orientarse en sentido negativo, pero no por su propia naturaleza, sino por una cierta ideología que lo guía en este sentido”. No es ni un bien ni un mal absolutos, pero es inocente, de suyo, de la responsabilidad que muchos le imputan en la actual crisis.

“Por eso, no se deben hacer reproches al medio o instrumento, sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social”, sentencia la encíclica. El mercado es un conjunto de actividades humanas, y son éstas, y no aquél, quienes merecen una valoración moral.

Aunque el Pontífice reconoce que, ante la actual crisis, el papel de los estados es esencial y tenderá a aumentar, rechaza la reducción al binomio Estado-mercado. Junto a ellos, está la sociedad civil. En este sentido, quizá la enseñanza principal resida en la reivindicación del amor y la solidaridad; en suma, el principio de la gratuidad y la lógica del don.

Sin ellos, ni siquiera la justicia es posible. El mercado, pues, necesita de ellos; de algo que no puede dar por sí mismo. Pero, evidentemente, esto no entraña crítica ni rechazo hacia la economía de mercado. El mercado no es codicioso, tramposo o mendaz; lo son, en su caso, las personas. Lo mismo afirma de la globalización: “hay que esforzarse para favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria”.

Benedicto XVI considera que la actual crisis económica y financiera posee raíces antropológicas y morales, que van más allá de las soluciones meramente técnicas. Si el problema es antropológico y moral, la solución sólo puede ser antropológica y moral. Y en este aspecto reside la contribución, decisiva y fundamental, que el cristianismo puede aportar en este momento de la historia. Ninguna actividad humana puede estar excluida de la moral; por supuesto, tampoco la economía.

Ignacio Sánchez Cámara, Catedrático de Filosofía del derecho

Enlace relacionado:

Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
  • La educación democrática en el contexto de la deliberación y el agonismo político
    Sergio Luis Caro Arroyo
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
  • Eficacia de la Sagrada Escritura en la configuración de la vida cristiana
    Bernardo Estrada
  • Aprender a amar: amor y libertad
    Teresa Cid
  • Cristo hombre perfecto. Naturaleza y gracia en la Persona Divina de Cristo
    Ignacio Andereggen
  • Revolución de la ternura: un nuevo paradigma eclesial en el pontificado de Francisco
    Amparo Alvarado Palacios
  • La confesión sacramental, un camino de libertad y de amor a Dios
    Redaccion opusdei.org
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad