Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias antiguas
  • Las edades de la envidia

Noticias antiguas

Las edades de la envidia

  • Imprimir
  • PDF
Cuando descubro que hay personas más...: las aplaudo y las elogio de todo corazón

PensarPorLibre.blogspot.com

Kloster me hizo ayer una extraña confidencia. Yo le pregunté si no le parecía envidiable el talento de una tercera persona.

    —¿Envidiable? —Almudi.org - Noblezame respondió— No, colega; yo ya he superado la edad de la envidia.

    —Así que, según tú, la envidia tiene una edad.

    —Naturalmente. Yo a los siete años envidiaba el mecano de mi primo; a los catorce, envidiaba a mi hermano porque él había dado el estirón y yo seguía siendo bajito; a los dieciocho envidiaba a todos los que hablaban con las chicas sin ponerse colorados; a los cuarenta envidiaba a mi amigo Pepe, que ganaba un pastón y tenía un mercedes; a los sesenta y tantos empecé a envidiar a los que gozaban de buena salud y comían de mariscos impunemente. Y ahora, cuando ya estoy cerca de los noventa he llegado a la conclusión de que lo único realmente envidiable era el mecano de mi primo. Lo demás se va deprisa y es mejor no lamentarse. El tiempo nos convierte en memos, feos y gruñones. Por eso, cuando descubro que hay personas más inteligentes, más jóvenes, más ricas o más simpáticas que yo, ni me sorprendo ni me lamento: las aplaudo y las elogio de todo corazón. Uno ya no está en el mercado de los envidiosos; se me ha pasado la edad.

    —Ya. ¿Y desde cuándo estás así?

    —Desde la semana pasada. Y he comprobado que ha mejorado notablemente mi tensión arterial; mis digestiones son casi perfectas, pierdo menos pelo y no me enfado por nada. ¿Qué te parece?

    —Envidiable, amigo Kloster, envidiable.

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
  • La educación democrática en el contexto de la deliberación y el agonismo político
    Sergio Luis Caro Arroyo
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
  • Eficacia de la Sagrada Escritura en la configuración de la vida cristiana
    Bernardo Estrada
  • Aprender a amar: amor y libertad
    Teresa Cid
  • Cristo hombre perfecto. Naturaleza y gracia en la Persona Divina de Cristo
    Ignacio Andereggen
  • Revolución de la ternura: un nuevo paradigma eclesial en el pontificado de Francisco
    Amparo Alvarado Palacios
  • La confesión sacramental, un camino de libertad y de amor a Dios
    Redaccion opusdei.org
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad