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El sofisma sigue sin ser una novedad: hace año y medio se hablaba de Obama-Clinton sobre "salud reproductiva" entendida como "derecho al aborto".
Hoy, en el Informe MacCafferty del Consejo de Europa, se sigue jugando —es un decir— con las palabras que eliminan la conciencia personal y suponen la legalización del derecho (inalienable y primario) de eliminar personas.
Sobre este vergonzoso (y ocultado a la opinión pública) asunto habló en Madrid la directora ejecutiva de European Dignity Watch, Sophia Kuby, en un desayuno informativo organizado por Profesionales por la Ética. En síntesis recordó que el Consejo de Europa quiere convertir el aborto en un derecho, según se desprende del Informe MacCafferty de esta institución.
De todos modos, las medidas disuasorias para los profesionales y las instituciones de la salud, (hospitales, médicos, enfermeras, etc.) que no estén de acuerdo con esa proposición, suponen una mentalidad totalitaria que creíamos pasada en Europa, pero que ahora reaparece con los mismos aires de eficiencia e incluso de servicio a la ciudadanía que en su momento ofrecían el nazismo y el comunismo.
En el documento del Consejo de Europa se pide a los Estados Miembros (ver texto completo) cosas como éstas:
"El informe obliga a los médicos a ofrecer a los pacientes el tratamiento que deseen o a participar directamente en intervenciones que contradigan su conciencia".
"los médicos presentarán exclusivamente sus creencias religiosas como justificación para negarse a llevar a cabo un aborto".
"los hospitales públicos o clínicas no han de tener un derecho conjunto a objetar".
"se prevé la creación de un registro de objetores de conciencia" (una "lista negra").
Son y parecen medidas totalitarias, discriminatorias, que a buen seguro contradicen al menos la letra, si no el espíritu de todas las Constituciones vigentes en los Estados de Europa.
La retórica sofística que se utiliza es ésta: en apariencia, lo que se promueve es el trámite en la Unión Europea de una (en apariencia, inocente y bienintencionada) Directiva para la Igualdad de Trato. Incluye como derecho que todas las orientaciones sexuales y sus implicaciones han de ser respetadas.
El objetivo efectivo, con el pretexto de prohibir cualquier discriminación, afecta a las relaciones de convivencia cívica, a las relaciones laborales y al comportamiento público y privado de las personas.
Porque, según los promotores del Informe McCafferty hay que lograr, por ejemplo, que —atención a las palabras— «la conciencia caprichosa de los médicos no prevalezca sobre los derechos reproductivos de las mujeres».
Con este uso del lenguaje, indigno incluso para los sofistas griegos, pero propio de los dictadores nazis y comunistas de que nos habla la historia europea, o de los nuevos populistas que florecen por el mundo adelante, se invierten los términos y se contrapone la libertad de conciencia a un presunto nuevo derecho.
Por eso no es de extrañar, como ha advertido la directora ejecutiva de European Dignity Watch, Sophia Kuby, que pueda salir adelante sin dificultades la creación de un registro de objetores, una verdadera "blacklist" y un mecanismo efectivo para denunciar a los profesionales que se nieguen a practicar abortos.
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