Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Me duele Barcelona

Me duele Barcelona

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por José Iribas
Publicado: 23 Agosto 2017

Es esencial mantenerse humano: todos hemos de confirmar, con actos concretos y cotidianos, nuestra humanidad, nuestra condición humanitaria, nuestra sensibilidad ante el dolor y la tragedia ajena

Hoy te traigo al blog a Maximiliano Kolbe.

¿A santo de qué? Celebrábamos su festividad hace escasas fechas, sí. Pero no es esto lo que me motiva a ello: lo hago porque fue un hombre que ofreció, voluntariamente, su vida. En unos momentos en que otros −como hoy, como ayer− la arrebataban de forma cruel.

Seguro que recuerdas su historia: Estamos en la II Guerra Mundial, a mediados de 1941. Este sacerdote se encuentra preso en el campo de concentración de Auschwitz.

Los oficiales de las SS acaban de advertir que uno de los encerrados se ha dado a la fuga.

Aquella noche, los prisioneros vuelven angustiados a sus barracones: conocen bien cuál va a ser la represalia nazi. Si no dan con el huido, acabarán con la vida de diez de ellos, escogidos al azar.

La noche siguiente, un coronel de las SS les confirma que así va a ocurrir.

Franciszek Gajowniczek, uno de los elegidos para ser ajusticiados, se lamenta pensando en qué situación quedarán su esposa e hijos.

Maximiliano Kolbe está cerca y lo oye. Inmediatamente, da un paso al frente y se ofrece a morir en su lugar.

El oficial nazi acepta el intercambio y Maximiliano, de 47 años, es condenado, junto con otras nueve personas, a morir de hambre.

Pasadas varias semanas, al constatar que aún sobrevive, los nazis le administran una inyección letal. Es el 14 de agosto de 1941.

Afirmaba George Orwell: “Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano”. ¡Con qué claridad lo percibió el padre Kolbe!

« Es vital lo de mantenerse vivo…

No te lo discuto.

Aunque un día haya de llegarnos a todos la muerte: natural.

Si quieres, puedes quitar los dos puntos que separan a la parca de su adjetivo. Un adjetivo muy sustantivo, pues que te arrebaten la vida va en contra de la naturaleza y de la dignidad humana.

… Pero es esencial mantenerse humano: todos hemos de confirmar, con actos concretos y cotidianos, nuestra humanidad, nuestra condición humanitaria, nuestra sensibilidad ante el dolor y la tragedia ajena. Quienes no lo hagan, lo más que alcanzarán es vegetar por el mundo como meros seres vivientes. Los que opten por la violencia, lo harán como alimañas, como bestias.

« Estos días me duele Barcelona

Sufro por Barcelona −y Cambrils−. Sufro con Barcelona. Que es decir que sufro por nosotros: desde luego, por todas las víctimas, por sus familias, por sus amigos… pero, también, por el conjunto de nuestra sociedad.

Escribía el poeta John Donne, en 1624:

“Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti”.

Por eso, puedo decir:

  • Que, como tú, llevo en mi corazón el luto de todos los lazos negros. El duelo de todas las banderas a media asta.
  • Que todos los minutos de silencio son un grito dolorido de homenaje, respeto y reconocimiento a tantos seres humanos inocentes.
  • Que todas las velas encendidas, las flores, los mensajes de cariño, son metáfora del abrazo que, a todos ellos, hombres y mujeres, ancianos y niños, quisiéramos darles.
  • Que mis oraciones −o las tuyas− lo son por todas las personas asesinadas, por los heridos, por sus familias, por nuestra sociedad; también por la paz, por la libertad en convivencia; por la conversión de los corazones.

Pero no quiero acabar ahí. Por coherencia. Por respeto a las víctimas y a nuestra sociedad, por la que hoy doblan las campanas.

« Lo que está delante de nuestros ojos requiere un esfuerzo constante (George Orwell)

Leía ayer en una novela: “¿… qué ha de hacer un centinela sino dar aviso de lo que observa? No hay centinelas pesimistas u optimistas… Hay centinelas despiertos y centinelas dormidos” (El despertar de la señorita Prim, de Natalia Sanmartín Fenollera).

¡Despierta, Europa! ¡Encuentra tus raíces! Sin duda, ahí tenemos buena parte del problema. Te remito al libro citado. Te hará pensar.

No pretendo −solo− transmitir un estado de ánimo. Hace mucho que en este blog te hablo del compromiso personal; de la responsabilidad individual, de la tuya, de la suya, de la mía: de la de todos.

El jesuita J.M. Olaizola escribía recientemente: «Valen mucho menos los “hay que”, “tendríamos que”, o “estaría bien”, que un “voy” (o un “vamos”) y un “’‘ahora’».

Tenemos −entre otros- un problema (y a él aludía esta persona en su cuenta de Twitter): «el problema es que el sentido común ve las noticias desde casa».

Tú, el otro, yo, en nuestra condición de ciudadanos, debemos −cada cual desde su situación− salir del confort de la casa. Y movilizarnos para crecer como ‘ingenieros del bien común’. Para ayudar a construir −o a reconstruir− la casa de todos: el mundo (empezando por el que nos rodea). Y, desde luego, para trabajar por la paz y la libertad en convivencia.

Para eso, hemos de comprometernos, de mojarnos.

A veces, precisamente, como el nadador Fernando Álvarez homenajeó a las víctimas de Barcelona y Cambrils: sin lanzarse a la piscina.

Más claro, agua.

Si este post te ha hecho pensar, por favor, difúndelo. Harás bien.

José Iribas, en dametresminutos.wordpress.com

 

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • Catolicismo y conquista del nuevo mundo. Función, apogeo y decadencia
    Felipe Pérez Valencia
  • El problema de la debilidad del espíritu
    Rafael Alvira
  • La ignorancia responsable en Aristóteles
    Mario Spangenberg Bolívar
  • EL VALOR DE LA AMISTAD EN LA VIDA DEL HOMBRE La libertad de ser uno mismo con el otro
    Melisa Brioso, Blanca Llamas, Teresa Ozcáriz, Arantxa Pérez-Miranda Alejandra Serrano
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
  • La educación democrática en el contexto de la deliberación y el agonismo político
    Sergio Luis Caro Arroyo
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
  • Eficacia de la Sagrada Escritura en la configuración de la vida cristiana
    Bernardo Estrada
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad