Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Hermanos

Hermanos

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Isis Barajas
Publicado: 18 Abril 2018

Es cierto que…, y que…, pero mentiría si no admitiera que cada uno es importante para todos los demás, que ninguno de ellos sobra y que cuando uno solo falta la casa ya no es la misma…

Que mis hijos sean seis hermanos es hoy una rara avis, y sobre ella he de admitir públicamente algunas cuestiones…

Es cierto que no frecuentan muchos cumpleaños, ni van de vacaciones al extranjero, ni cuentan con espacio propio en casa (a excepción de su cama)… Es cierto que estrenan poca ropa, que deben ponerse de acuerdo para ver una película apta para todos y que hay que apretarse para caber en la mesa de la cocina. Es cierto que deben esperar turno para jugar veinte minutos al iPad en el fin de semana y que incluso para contar cada uno sus batallas del colegio hay que organizarse y esperar que toque la vez.

Es cierto que el primero debe sujetar la puerta para que pasen los demás, que las chuches de los cumpleaños de clase se reparten entre todos, y que el último que llega se puede quedar sin un trozo del codiciado bizcocho de papá. Es cierto que siempre hay que esperar a que todos estén sentados a la mesa para empezar a comer, a que no falte ninguno para rezar por las noches o a que cada uno tenga puesto el abrigo para, por fin, poder salir de casa…

Es cierto, sí, que hay que aprender a estudiar con ruido de fondo, que la barra de pan no tiene pico para todos y que siempre hay que andar mirando al suelo para no tropezar con una pinypon, un coche de carreras o simplemente con un hermano que ha tenido a bien ponerse a jugar tirado en medio del pasillo. Es cierto que los pequeños destrozan a menudo las colosales construcciones de Lego de los mayores, que siempre hay quien quiere coger exactamente el mismo juguete que tiene otro, que no hay un cuento que sobreviva con todas sus páginas intactas y que las piezas de los juegos de mesa desaparecen de forma misteriosa.

Cierto es incluso que en esto de compartir, comparten incluso padre y madre, y con ellos, su tiempo, que pocas veces es en exclusiva.

Pero también es cierto que siempre tienen un hermano en quien refugiarse, con quien jugar, discutir o a quien echar la culpa. Esto último es clave. También es cierto que cuando van al parque este se llena de forma inmediata y ya tienen la diversión (y la bronca por el columpio) asegurada. Es cierto además que nunca falta el hermano que explique esa palabra nueva oída en el recreo, que practique la lectura contando un cuento a los más pequeños (para desesperación de los mismos) o improvise un pintacaras con el primero que pase.

También es totalmente cierto que si uno no quiere jugar, otro estará bien dispuesto; que es posible hacer equipos (o bandos) con combinaciones diversas por edades, sexos o preferencias; y que cuando no gusta la comida siempre hay un plato al lado para hacer la tres catorce. Es cierto también que los baños en compañía son menos baños y que eso de “como se lo diga a mi hermano que está en cuarto” siempre funciona en el patio. Cierto es también que ante amenazas externas se convierten en una piña infranqueable, que cuando le regalan a uno un chupachús este pide otros cinco para los demás y que cuando un hermano se hace daño suele haber más de uno dispuesto a pegarle un buen achuchón.

Es cierto que la insistencia de muchos ablanda incluso a los padres más severos y que nunca falta algún aliado dispuesto a emprender una aventura insoslayable o a apoyar una causa perdida. Es cierto que no les hace falta una tele o actividades trepidantes para entretenerse por las tardes, que el aburrimiento es un primo lejano que pocas veces viene de visita y que, entre santos y cumpleaños, toca tarta en casa una vez al mes como mínimo.

Y es que mentiría si no admitiera que cada uno es importante para todos los demás, que ninguno de ellos sobra y que cuando uno solo falta la casa ya no es la misma… Porque con la misma intensidad con la que se pelean diariamente, así también se adoran, se defienden y se necesitan mutuamente. Y nosotros a todos ellos, porque son nuestra gran locura, la que humanamente nos desborda y, a la vez, nos colma.

Isis Barajas, en mujeresteniamosqueser.com.

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
  • Eficacia de la Sagrada Escritura en la configuración de la vida cristiana
    Bernardo Estrada
  • Aprender a amar: amor y libertad
    Teresa Cid
  • Cristo hombre perfecto. Naturaleza y gracia en la Persona Divina de Cristo
    Ignacio Andereggen
  • Revolución de la ternura: un nuevo paradigma eclesial en el pontificado de Francisco
    Amparo Alvarado Palacios
  • La confesión sacramental, un camino de libertad y de amor a Dios
    Redaccion opusdei.org
  • El hombre como relación a Dios según Kierkegaard
    Juan F. Sellés
  • El juicio final en la teología de santo Tomás de Aquino
    Leo Elders
  • La «cooperación orgánica» del sacerdocio común y del sacerdocio ministerial en las Prelaturas personales
    José R. Villar
  • Eucaristía y sacerdocio
    Fernando Ocáriz
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad