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Volver a descubrir la esencia de nuestra fe

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Escrito por Andrea Tornielli
Publicado: 11 Septiembre 2012
La primera carta pastoral del cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán

vaticaninsider.lastampa.it

Entre las iniciativas diocesanas de este año, en Milán, habrá una “Escuela de la fe” para jóvenes

      A un año de su ingreso a la diócesis ambrosiana, el cardenal Angelo Scola escribió su primera carta pastoral, publicada hoy, fiesta de María, a la que está dedicado el Duomo de Milán. La carta “Descubriendo el Dios cercano” está dirigida a «todos los bautizados» y a todos los que «quieran acogerla». El documento, con muchos rasgos ratzingerianos, interpreta la realidad milanesa según las indicaciones que propuso Benedicto XVI para el Año de la Fe.

      «Nuestras comunidades deberán concentrarse en lo esencial: la relación con Jesús, dedicando tiempo al conocimiento y a la contemplación más que a la proliferación de iniciativas, silencio más que multiplicación de palabras, la irresistible comunicación de una experiencia de plenitud que contagia a la sociedad más que la búsqueda del consenso. En una palabra: testimonio más que militancia».

      El cardenal, citando a Benedicto XVI, observó que hoy «sucede a menudo que los cristianos se preocupan más por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no solo no lo es, sino que, a menudo, es incluso negado».

      Por ello surgen las dramáticas preguntas: «¿el pueblo de Dios que se encuentra en Milán todavía es verdaderamente capaz de anunciar, hoy, a Jesucristo?». «La Iglesia, herida por el pecado de algunos de sus miembros, ¿todavía hoy es creíble ante nuestros ojos y ante los del sofisticado hombre post-moderno?». Las respuestas, añadió el arzobispo, no hay que buscarlas «en los cálculos estadísticos o en las proyecciones que decretan las probabilidades del éxito, tampoco en la presunción de profecía que reivindican discutibles intérpretes y maestros de nuestro tiempo, sino volviendo con humildad y confianza en Aquel que es el primero y el último, Aquel que es, que era y que será».

      «Para vivir adecuadamente el Año de la Fe —explicó Scola—, debemos, pues, tener la humildad de volver a la escuela de Jesús y preguntarnos “¿qué es la fe?”». Con la actitud descrita en el pasaje del Evangelio de Marcos, en el que el padre de un chico endemoniado pide la curación a Jesús. El Nazareno responde: «Todo es posible para el que cree». El padre responde: «Creo; ¡ayuda a mi incredulidad!». Esta invocación es la disposición correcta, según el cardenal, para vivir el presente.

      «Resultan incomprensibles —añade Scola— las conductas de los intelectuales que se acercan a Jesús porque adoran discutir sobre todo, pero que nunca se ponen en duda a sí mismos; de las personas religiosas que se empecinan en la interpretación de las tradiciones y en las prácticas legales para estar bien con Dios; de los escépticos que presentan sus preguntas punzantes sin estar dispuestos a escuchar las respuestas; de los juerguistas que a veces se interesan por algo serio, pero que no tienen hambre ni sed ni necesitan la salvación; y de los mismos discípulos que han pensado que no necesitan ayuda de nadie. El padre del niño llega a Jesús porque, para él, la vida es un caso serio: ¿podemos ser salvados o estamos definitivamente perdidos?».

      «En este pobre hombre —explicó el cardenal— nos reconocemos todos: la necesidad nos impulsa hacia Jesús, nos sorprende la palabra que autoriza desearlo todo, nos desconcierta la promesa más grande que cualquier oración, nos llama a una plenitud que supera cualquier expectativa».

      La carta del arzobispo de Milán indica los «pilares de cualquier comunidad cristiana», tomados de las vidas de los primeros discípulos que describen los Hechos de los Apóstoles. El primero de ellos es «la asimilación del pensamiento de Cristo» que es «fruto de la relación personal con Él». Scola pidió que se profundice el conocimiento de la Tradición, Escritura «auténticamente interpretada por el Magisterio», de los textos del Concilio Vaticano II y del Catecismo. El segundo de ellos es «la tensión para compartir con todos los hermanos la propia existencia»; el tercero es la importancia de la Eucaristía; el cuarto, la misión. Con respecto a este último pilar, el cardenal explicó que «la misión no es el empecinamiento del proselitismo, sino un testimonio que deja apreciar el atractivo de Jesús, es el anhelo para que todos sean salvados».

      Scola, para terminar, indicó también cuatro ámbitos en los que hay que poner un «cuidado especial» durante este año pastoral. Sobre todo la familia. Con respecto a los divorciados que se han vuelto a casar, el cardenal escribió: «la Iglesia es el testimonio de que Dios está cerca de todos, incluso de los que tienen heridas en el corazón, y, a través de las diferentes formas de participación, invita a todos a sentirse en su casa en la Iglesia, más allá de cualquier pretensión o prejuicio». Después, los jóvenes y luego los consagrados (el cardenal invitó a los sacerdotes a no caer en la tentación del «descontento» o de la «murmuración», y recomendó que, «justamente los que deben cuidar la fe de los demás» deben vivir «momentos para compartir y reflexionar sobre el cuidado de la propia fe»); al final, el cuarto ámbito, el anuncio de la fe en la sociedad plural. «Los cristianos están presentes en la historia como el alma del mundo, sienten la responsabilidad de proponer la vida buena del Evangelio en todos los ámbitos de la existencia humana. No pretenden una hegemonía y no pueden alejarse del deber del testimonio».

      Entre las tentaciones que puede haber en este último ámbito, Scola identifica la reducción de la «fe cristiana a religión civil», así como la de la diáspora. Ambas «posturas que hacen que prevalezca lo que separa por encima de lo que une y que oponen los unos a los otros, robusteciendo las divisiones, ponen a prueba la propia fe». «Iluminados por una fe adulta, los cristianos —concluye— no se alejan del deber de proponer la propia experiencia y su visión acerca de las grandes cuestiones que nuestro tiempo debe afrontar». Entre las iniciativas diocesanas de este año, en Milán, habrá una “Escuela de la fe” para jóvenes.

Andrea Tornielli

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