Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Ay, Jean-Luc

Ay, Jean-Luc

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Teo Peñarroja
Publicado: 11 Octubre 2022

Godard fue capaz de reconocer y recrear la belleza, que salvará al mundo, como dijo Dostoievski. Eso es lo que me espanta: que un hombre que ha sabido contemplar termine sus días asumiendo que sobra, que ya no sirve

Hay una canción de Els Amics de les Arts que trata de un hípster que se va a dormir a casa de una desconocida después de un ciclo de cine francés con intención de algo más. Pero ella le da las buenas noches y lo deja tumbado en una habitación, mirando la pared, desde donde le observa, impertérrito, un póster de Jean-Luc Godard. El estribillo reproduce la conversación del triunfador frustrado con el padre de la nouvelle vague: «Ai, Jean-Luc, ai, Jean-Luc, vull entendre-ho, però no puc» [«Ay, Jean-Luc, ay, Jean-Luc, quiero entenderlo pero no puedo»]. Llevo varios días repitiéndome esa frase cómica con un sentido trágico.

Me hubiera gustado mucho entrevistar a Godard alguna vez. No conozco bien su vida ni su obra, pero me apasionan muchos de los temas que los escritores de obituarios le atribuyen. Dicen que dijo que el cine consiste en «mostrar y mostrarme a mí mismo mostrando». Que la primera obra que quiso rodar, y no pudo, fue una adaptación de El mito de Sísifo de Camus, esa que empieza con el célebre «el suicidio es el único problema filosófico relevante». De la pregunta del existencialista penden otras que quizá son la misma, pero vista desde otro lado: ¿Para qué estoy en el mundo? ¿Quién soy yo? Godard ha respondido, supongo. Se suicidó en Suiza el 13 de septiembre, a los 91 años, asistido por su familia y por una asociación que ayuda a la gente a matarse.

El corazón humano es un territorio vasto y enrevesado, en el que coexisten playas de septiembre y ciénagas habitadas por bestias sin nombre. Y lo peor es que uno no sabe nunca con seguridad cuál de esos terrenos pisa. Godard no fue un hombre moralmente irreprochable, pero los católicos sabemos que eso no es lo definitivo. En cambio, fue capaz de reconocer y recrear la belleza, que salvará al mundo, como dijo Dostoievski. Eso es lo que me espanta: que un hombre que ha sabido contemplar termine sus días asumiendo que sobra, que ya no sirve. Y se me revuelven las tripas al pensar que su familia se ha plantado a su lado para darle ánimos en ese último trance.

El mal, ya lo sabemos, no tiene entidad propia. No es nada. Es, sencillamente, el no-bien, su ausencia, del mismo modo que a la falta de luz la llamamos oscuridad. El suicidio, en cualquiera de sus formas −también en esta tan compasiva en la intención de sus perpetradores− es malo. Es decir, señala una ausencia. La del sentido, si quieren tomar el término de Frankl. Es una derrota, se mire por donde se mire. Quienes piensan en quitarse la vida no necesitan argumentos. Los conocen. Los han analizado una y otra vez con obsesiva minuciosidad. Lo que necesitan es algo bueno y bello en su vida: un horizonte. Se puede encontrar incluso en medio del sufrimiento −a veces precisamente a través del sufrimiento−, pero esto son teologías más avanzadas.

Descansa en paz, Godard, de corazón. Ay, Jean-Luc. Vull entendre-ho, però no puc.

Teo Peñarroja, en alfayomega.es

 

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
  • La educación democrática en el contexto de la deliberación y el agonismo político
    Sergio Luis Caro Arroyo
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
  • Eficacia de la Sagrada Escritura en la configuración de la vida cristiana
    Bernardo Estrada
  • Aprender a amar: amor y libertad
    Teresa Cid
  • Cristo hombre perfecto. Naturaleza y gracia en la Persona Divina de Cristo
    Ignacio Andereggen
  • Revolución de la ternura: un nuevo paradigma eclesial en el pontificado de Francisco
    Amparo Alvarado Palacios
  • La confesión sacramental, un camino de libertad y de amor a Dios
    Redaccion opusdei.org
  • El hombre como relación a Dios según Kierkegaard
    Juan F. Sellés
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad