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Problemas bioéticos: ¿lógica o sentimentalismo?

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Los principales criterios para valorar cuestiones relacionadas con la vida no son de tipo racional sino afectivo

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En unas jornadas sobre Bioética, un médico contó la anécdota siguiente: hablando a un grupo de jóvenes sobre la clonación de embriones humanos, una chica le dijo: “A mí no me cuesta aceptar que el embrión sea un ser humano; pero es un ser humano que me importa muy poco”.

Es lo que tenemos. A nuestros jóvenes –y no tan jóvenes– solo les interesa e importa, aquello que afecta a su sensibilidad; lo que se puede ver y “sentir”. Un bebeAlmudi.org - Embrión en brazos da lugar a alguna forma de “sentimiento”. Por un embrión microscópico no se “siente” nada. Ello, unido a la idea generalizada de que la moral es algo que solo compete a la conciencia individual, da lugar a que se encuentre fácil justificación a muchos de los abusos que se cometen en la manipulación de embriones humanos. Y a que los principales criterios que se tengan en cuenta a la hora de valorar muchas de las cuestiones relacionadas con la vida, no sean de tipo racional sino afectivo. Como la lástima.

Por lástima se justifica socialmente la fecundación “in vitro”, para que puedan tener hijos las pobres parejas con problemas de esterilidad. Aunque para conseguir que nazca un embrión se tengan que producir diez y los otros nueve se acaben sacrificando. Y aunque lo que por lástima se planteó como remedio a la infertilidad, acabe convirtiéndose en un menú de “hijos a la carta” para madres solteras o parejas de lesbianas, o para poder elegir el sexo y el color de los ojos del hijo.

Por lástima, se está aceptando la clonación terapéutica de embriones humanos para obtener células madres embrionarias, con el fin de poder curar en el futuro algunas enfermedades, aunque ello suponga también sacrificar seres humanos. Y sin considerar que después de muchos años de investigación no se ha encontrado todavía ningún remedio, mientras que los experimentos con células madres adultas están ofreciendo ya muchos resultados positivos –permiten realizar ya más de cuarenta tratamientos distintos– además de no ofrecer inconvenientes de tipo ético.

Por lástima a las pobres mujeres que sufren alguna violación o pueden tener un hijo con alguna tara, o pueden ellas mismas padecer alguna enfermedad, se despenalizó el aborto en éstos tres supuestos. Pero en la práctica lo que se hizo fue abrir las puertas al aborto libre, ya que de los miles de abortos que actualmente se realizan en España solo el 0.09% es por causa de violación, el 2.53% por problemas de malformaciones genéticas y el 97.16% por peligro de “salud mental” para la madre. Y lo que la constitución considera un delito, se empieza a justificar ya como “un derecho” de las madres, sin tener en cuenta para nada la dignidad ni los derechos del hijo no nacido.

Por lástima a los pobres enfermos terminales y para evitarles sufrimientos inútiles cada vez más gente pide la aprobación de la eutanasia. Sin reparar en que la “buena muerte o muerte dulce” –que eso significa la palabra eutanasia– se puede conseguir hoy en día gracias a los cuidados paliativos y sin necesidad de tener que recurrir a matar al enfermo. Y sin que ello suponga la justificación del ensañamiento terapéutico, al cual también se recurre muchas veces por una lástima mal entendida.

Por lástima y por falta de lógica, el Dr. Bernat Soria, antes de ser ministro de sanidad, manifestó que si él estuviera seguro de que el embrión es un ser humano cesaría en sus investigaciones. Tanto él como muchos otros se equivocan en su razonamiento. Porque para que no se pueda matar no hay que demostrar que algo es un ser humano, sino que hay que demostrar que no lo es para poder hacerlo.

Por desgracia en nuestra sociedad está sobrada de sentimentalismo mientras nos falta bastante lógica.

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