Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Charlatán

Charlatán

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Pedro López
Publicado: 27 Septiembre 2021

«Nadie encuentra embarazo/en dar un largo plazo/a importantes negocios; mas no advierte/que ajusta mal su cuenta sin la muerte». Samaniego

 Hace ya más de dos siglos que Samaniego nos regaló una de sus fábulas que versaba sobre la charlatanería. Como escribía en verso, quisiera hacerlo en prosa y acercarlo a nuestro tiempo. Poco hemos cambiado los seres humanos y, a pesar de ser un ilustrado y reírse de la tontería humana, seguimos siendo igualmente majaderos. Samaniego nos describe que el chacharero –en valenciano, se diría ‘xarrador’- es más querido por el vulgo que veinte sabios, pues sabe camelarse al más pintado. Los charlatanes, afirma, «por esta conveniencia/los hay el día de hoy en toda ciencia, /que ocupan, igualmente acreditados,/cátedras, academias y tablados». Y esto nos suena por su actualidad: solo hay que asomarse, por ejemplo, a la caja tonta para darse cuenta del sarao.

En este cuentecillo nos habla de uno que estaba bastante chalado, pero era doctor en elocuencia, y se ofreció a enseñar a hablar, si le daban tiempo, a un borrico. Tal éxito tuvo su ocurrencia que llegó a oídos del rey, que le ofreció un buen sueldo, en el plazo que el charlatán le dijo que hablaría el jumento: diez años. Si no lo conseguía, sería ahorcado, como contraparte del contrato con el rey.

Sus amigos, lógicamente, lo consideraron un extravagante, un iluso y un temerario, pues le decían que su frescura alocada «a cáñamo ya olía su garganta». Mas como era charlatán, en nada tembló su arrogancia: «No se ha de temer, que en diez años de plazo ¿el rey, el asno o yo no moriremos?». Samaniego termina su chanza afirmando: «Nadie encuentra embarazo/en dar un largo plazo/a importantes negocios; mas no advierte/que ajusta mal su cuenta sin la muerte».

Si trasladamos la fábula a nuestro tiempo, nos daremos cuenta del fondo de la cuestión. Nos prometen los políticos, lo que no pueden prometer, con la pretensión de que el tiempo, ese gran aliado de la desmemoria, haga que lo que se dijo en cierta ocasión no se recuerde después, pues el tiempo juega a favor del olvido; y se miente. Y luego, a reclamar al maestro armero: ¡el que venga detrás que arree!

De igual modo, muchas promesas se incumplen pasado el tiempo. Y no me refiero solo a que la garantía de un cachivache caduque y no pueda invocarse para su arreglo, sino que aquellas promesas con las que nos comprometimos, se las lleve el viento. Además, según algunos movimientos de la psicología actual, lo pactado no obliga si cambian las circunstancias, pues nadie puede dar cumplimiento de por vida a lo comprometido en una ocasión. Y me refiero a lo de más profundo e íntimo que uno tiene: por ejemplo, la fidelidad de un hombre y una mujer que se han ligado de por vida. Quizá por eso, y por cierta coherencia de la que aún disponemos, muchos simplemente se juntan, no vaya a ser que luego, por cosas de la vida, se descoyunten. Pero entonces, nada tiene perdurabilidad, salvo, como nos da a entender Samaniego, la muerte. Lo dicho, el rey el burro o yo, ¿estaremos aquí dentro de diez años? Entonces, podemos seguir nuestra charlatanería.

Pedro López, en levante-emv.com/

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • María en la tradición protestante La inquietud, una manera de encontrarse con la sabiduría ignorada de María
    Blanca Camacho Sandoval
  • La libertad humana, don de un Dios que es Padre (en torno a una homilía San Josemaría Escrivá)
    Mónica Codina
  • El mal moral y la persona humana
    Eudaldo Forment Giralt
  • Cultura escolar y resistencias al cambio
    Joaquín Paredes Labra
  • ¿Por qué el hombre occidental se odia a sí mismo?
    Rémi Brague
  • El concilio ecuménico Vaticano II: características de la recepción de un concilio singular (VaticanoII_II)
    Joaquín Perea González
  • El concilio ecuménico Vaticano II: características de la recepción de un concilio singular (I)
    Joaquín Perea González
  • La inculturación de la fe, desafío para una educación cristiana de calidad
    José María Barrio Maestre
  • Catolicismo y conquista del nuevo mundo. Función, apogeo y decadencia
    Felipe Pérez Valencia
  • El problema de la debilidad del espíritu
    Rafael Alvira
  • La ignorancia responsable en Aristóteles
    Mario Spangenberg Bolívar
  • EL VALOR DE LA AMISTAD EN LA VIDA DEL HOMBRE La libertad de ser uno mismo con el otro
    Melisa Brioso, Blanca Llamas, Teresa Ozcáriz, Arantxa Pérez-Miranda Alejandra Serrano
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad