Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Ver en otros nuestros defectos

Ver en otros nuestros defectos

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Alfonso Aguiló
Publicado: 01 Mayo 2019

Descubrir con claridad en nosotros mismos algo que nos desagrada es uno de los grandes motores de la mejora personal

Lo contaba un profesor, de esos que observan y reflexionan. El protagonista de la anécdota es un chico de ocho años que se agitaba en llanto y rebeldía mientras su madre forcejeaba para introducirle en el autobús escolar. Con la ayuda de un discreto y políticamente incorrecto azote, finalmente lo consiguió.

Una vez dentro el chico, y algo más calmado, el profesor le preguntó por el motivo de su enfado. Después de algunas evasivas, Guillermo −así se llamaba− explicó que su madre no le había comprado el calendario de chocolate que él quería, sino otro, en su opinión mucho peor. Ante su airada exigencia para que su madre fuera a cambiarlo, ella tuvo la sensatez de negarse, y ésa era la razón del enojo.

El profesor intentó hacerle ver que aquello era propio de un niño caprichoso, pero Guillermo se negaba a aceptarlo. De pronto, tuvo una inspiración: "¿Entonces..., tú quieres ser como Dudley, y que tu mamá te trate como tía Petunia?". El niño abrió mucho los ojos, se quedó callado un instante, como imaginando algo, y después su respuesta sonó alta y contundente: "¡NO! ¡Nunca!".

Cualquier lector de Harry Potter habrá entendido de inmediato la reacción de Guillermo. Nadie más repulsivo que el caprichoso primo Dudley, y nadie tan antipático como sus padres. En los libros de Harry Potter apenas se hacen recomendaciones morales directas, pero los chicos caprichosos y mimados son desagradables, y los envidiosos y crueles resultan antipáticos y odiosos.

Harry Potter y sus amigos se quieren, se respetan, estudian (más o menos), y se enfadan pero se perdonan. La numerosa familia Weasley es simpática y acogedora, y lleva las estrecheces sin demasiadas tragedias; son el contrapunto de la odiosa familia con la que Guillermo no quería tener nada que ver.

Esta anécdota es una buena muestra de cómo hay ocasiones en que lo mejor para advertir la necesidad de cambiar es ver nuestros defectos encarnados en otra persona. Esos defectos, desposeídos de la indulgencia con que los vemos en nosotros mismos, se nos hacen mucho más vivos, más ásperos, más desagradables. Contemplados con la objetividad que da ver las cosas desde fuera, nos parecen menos lógicos, menos disculpables.

Descubrir con claridad en nosotros mismos algo que
nos desagrada es uno de los grandes
motores de la mejora personal

Los modelos positivos tienen la fuerza del "yo quiero ser así", pero los modelos negativos pueden también encerrar una potencialidad positiva muy importante. El "yo no quiero ser así", expresado con rotundidad ante la viva imagen de los propios defectos reflejados en otra persona, resulta a veces el revulsivo más eficaz. Solemos estar tan acostumbrados a convivir con lo malo −pequeño o grande− que hay en nuestro interior, que es fácil que ya no nos sorprenda demasiado.

Nuestros defectos han ido naciendo de pequeñas concesiones al egoísmo, a la pereza, a la soberbia, o al vicio que sea. Al hacerse habituales esas concesiones, los defectos se consolidan, se cronifican, y poco a poco apagan nuestra sensibilidad y nuestro rechazo ante su objetiva fealdad.

Por eso necesitamos que algo o alguien nos despierte de ese sueño. Si lo hacemos, y si tenemos además el valor necesario para mirar a esos defectos cara a cara, y para llamarles por su nombre, ya habremos recorrido la parte más difícil del camino para vencerlos.

La ayuda de quien desde fuera nos hace ver lealmente lo que no hacemos bien, es uno de los mejores signos de amistad y de cariño que existen; y la receptividad ante esa ayuda, una de las mejores muestras de inteligencia y de sensatez.

Todos tenemos una notable y aguda perspicacia ante los defectos ajenos. Se destacan ante nuestros ojos con una escandalosa claridad. Podríamos avanzar mucho si cada vez que advertimos en otra persona un defecto pensáramos si también lo tenemos nosotros, en mayor o menor grado. A Guillermo, ese ejercicio mental le fue muy bien.

Alfonso Aguiló, en hacerfamilia.com.

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • El problema de la debilidad del espíritu
    Rafael Alvira
  • La ignorancia responsable en Aristóteles
    Mario Spangenberg Bolívar
  • EL VALOR DE LA AMISTAD EN LA VIDA DEL HOMBRE La libertad de ser uno mismo con el otro
    Melisa Brioso, Blanca Llamas, Teresa Ozcáriz, Arantxa Pérez-Miranda Alejandra Serrano
  • La guerra de Rusia contra Ucrania: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
    Javier Morales Hernández
  • El deseo en la cultura de la seducción
    Manuel Cruz Ortiz de Landázuri
  • Tolkien, maestro de la esperanza
    Benigno Blanco Rodríguez
  • La educación democrática en el contexto de la deliberación y el agonismo político
    Sergio Luis Caro Arroyo
  • La Virgen María y el culto mariano en el arte y la literatura de la España de la edad de plata
    Javier García-Luengo Manchado
  • La Asunción de María
    José Ignacio Munilla
  • La familia de Dios padre: la fraternidad de los hijos de Dios
    Jean-Louis Brugues
  • La educación emocional, el auto-concepto, la autoestima y su importancia en la infancia
    Ana Roa García
  • El problema de la prohibición en la ética
    Roberto Gutiérrez Laboy
  • Legalidad y legitimidad
    Luis Legaz Lacambra
  • Eficacia de la Sagrada Escritura en la configuración de la vida cristiana
    Bernardo Estrada
  • Aprender a amar: amor y libertad
    Teresa Cid
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad